Un auto no identificado atropelló a una niña indígena, cuyos padres fueron a traer mercancía a unos metros del crucero donde venden a diario. El padre, con aliento alcohólico, no quiso que pidieran una ambulancia. “Mil disculpas”, dijo, y se la llevó.
Al filo del mediodía de este viernes, la patrulla de Tránsito Municipal arribó al libramiento Sur y Calzada Samuel León Brindis de Tuxtla Gutiérrez.
Los agentes acudieron tras el reporte al 911. Un automovilista observó a una niña tirada sobre el pavimento y llamó al número de emergencias.
En efecto, la pequeña de nombre Rosa Alejandra, de 11 años de edad, había sido embestida por un auto “fantasma” que al parecer iba de poniente a oriente.
Por fortuna el coche acababa de arrancar y pasar el semáforo, por lo cual no iba a gran velocidad.
La pequeña quedó sobre el camellón. Tenía excoriaciones en su brazo derecho, oreja izquierda y rodillas por la caída.
Aun así, al escuchar que los oficiales pedirían una ambulancia, el padre -que tenia aliento alcohólico- se opuso.
“No tiene nada, no está quebrada”, dijo como si fuera experto paramédico.
Acto seguido tomó a su hija y acompañado de su mujer se fueron al otro lado del crucero donde guardan su mercancía.
Al parecer la niña estaba vendiendo cuando fue atropellada.
Como despedida el padre indígena se disculpó con todos: “Mil disculpas”, dijo. Pero eso no menguó el dolor de Rosa Alejandra.
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