Trabaja y recorre su taller con toda normalidad, que cualquiera pensaría que David ve plenamente. Lo cierto es que desde hace ocho años, es invidente. Con valor y paciencia enfrentó el cambio radical en su vida, tratando de adaptarse a su nueva condición. Ha remado contra viento y marea. Tú y yo podemos hacer menos pesada la losa de su existencia. Ayudémosle.
Cuando a los 22 años, con una familia firmada y toda una vida por delante, una rara enfermedad dejó en penumbras al joven David. Así, emulando al David bíblico, el joven invidente tuvo que enfrentar al temible gigante de la ceguera y lo que éste implicaba.
Ante la falta de ingresos el matrimonio se tambaleó. De amor no se vive. Y el cambio de 180 grados obligó a David a buscar opciones. Los conocimientos básicos de carpintería que tenía y unas cuantas herramientas, fueron la base para ganar el pan de cada día.
Si de por sí usar las herramientas de carpintería es difícil por el peligro que implican, el riesgo se multiplica si el carpintero es invidente. "Dios me ha ayudado a tener previsión y no sufrir accidente" dice David.
Mientras pasa la mano sobre su rústico banco de madera, David dice que necesita mejorar su taller. El techo es de lona y cuando llueve se moja él y su madera. Sus pocas herramientas no ayudan mucho cuando de hacer cortes difíciles se trata.
Pero David no se queja. La adversidad ha templado su carácter y con voluntad indomable corta, pega, ensambla. Hace diversos muebles y los vende. Es poco lo que gana. Su taller permanece en el anonimato, como su callado sufrimiento desde hace 8 años.
Sobre el estante de madera yacen un bote de pegamento, estopa, lijas, clavos y una garlopa. David se sabe de memoria su lugar. Es muy ordenado.
Y así, sin desesperar, ordena sus ideas y expresa sus ideas. Tiene planes de mejorar, hacer más y mejores muebles, y venderlos con la ayuda de las redes sociales y las personas que amablemente puedan compartir esta publicación, para dar a conocer su oficio.
También es optimista y tiene fe en que aún hay gente buena. David espera que alguien de buen corazón lo apoye en especie o efectivo.
Por eso nos da su dirección: 4a. Sur Oriente entre 1a y 2a Oriente, San José Terán. Ahí está su taller. Espera la visita.
También nos da su número de cuenta para quien guste depositarle algo. A todos da las gracias y desea bendiciones. Gracias por ayudar.
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Comprometidos con la verdad, listos para ser oídos, ojos y boca de la sociedad. Espacio para señalar lo malo y reconocer lo bueno.
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