TUXTLA / El silencio de Leydi

Rafael Espinosa / A los dos meses de edad, Leidy fue operada porque nació con el paladar hendido. Tendría que ser intervenida nuevamente antes de los seis años, sin embargo, no fue posible. Hoy tiene siete años y no habla. Leydi se ha vuelto una niña tímida al paso del tiempo.

En la escuela, cuando las clases aún eran presenciales, comenzó a sufrir más. Ella intentaba hablar, sin embargo, sus compañeros y maestros no la entendían. Prefería mantenerse callada. Su hermana Shomara, un año menor a ella, le sirve de intérprete, incluso con la abuela.

—Shomara le entiende mejor, porque juegan juntas todo el tiempo —dice la abuela.

Desde hace dos años, Leydi y Shomara se quedaron con la abuela, Jovita, porque su mamá, Karina, se fue a Tijuana para juntar dinero para la operación, aunque desde hace un año nada se sabe de ella.

Cada mañana, Leydi se despierta con la esperanza de que sea operada. Cuando la mandan a la tienda de la esquina, tiene que ir a compañada de su hermana porque el tendero tampoco le entiende.

Ahora con las clases en línea ha sido complicado. Shomara cumple con sus tareas a través de videos por teléfono, no obstante, Leidy se asoma a la cámara del celular con timidez sin poder decir nada.

—Me da mucha tristeza —dice la abuela—, porque no habla, quiere decir algo y no puede. A veces se pone a llorar —cuenta doña Jovita desde su hogar, en la colonia Potinaspak, en los suburbios de Tuxtla Gutiérrez.

En los últimos días, Leidy parece haber perdido interés en la escuela, ha preferido ayudar a la abuela a fabricar piñatas que venden para que sobrevivan. La operación cuesta 30 mil pesos, casi imposible de reunir, peor aún con la pandemia cuando sólo venden una o dos piñatas diarias, a veces ninguna.

NOTA: Número de teléfono de doña Jovita. 961 65 4 99 29