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miércoles, 12 de mayo de 2021

Ajedrez Político / Eduardo Bravo... Crónica de una pandemia no anunciada, segunda parte …



La psicosis social no se hizo esperar, las compras de pánico inundaron los supermercados. El alcohol, el cloro y el papel higiénico se agotaron de inmediato. El uso del cubrebocas se volvió obligatorio, sin embargo, un solo cubrebocas no se podía encontrar en las farmacias. Las personas se las ingeniaron para cubrirse la cara con franelas o bufandas. Ante la escasez, la creatividad no se hizo esperar, miles de cubrebocas caseros inundaron la ciudad.

 

La utilización del gel antibacterial en masa, tuvo que esperar varios meses. Las primeras provisiones de gel antibacterial, tenían una consistencia algo gelatinosa y babosa, siendo muy irritantes para la piel y no se secaba ni sacudiendo las manos por todos lados. En el caso específico del papel higiénico, afortunadamente solo se agotó unos días en los supermercados, pero se podía adquirir o encontrar por pieza en cualquier tienda de la esquina.

 

Los comercios que las autoridades sanitarias llamaron como no esenciales tuvieron que cerrar, solo se permitió laborar a los negocios que vendían mercancías de primera necesidad, como: restaurantes, farmacias, abarrotes. Los bancos se colaron de manera tramposa como esenciales y nunca dejaron de operar. En unos meses, miles de empleos se perdieron, la economía se colapsó, la desesperación se apoderó de las personas. El estrés y la ansiedad llegaron juntos, para quedarse.

 

La contención social fue acompañada en algunos casos con violencia gubernamental, cabe recordar el caso de Giovanni en Jalisco, joven que fue asesinado por policías municipales el otro año, su delito fue no usar cubrebocas, mientras transitaba en las calles de su municipio: Ixtlahuacán. La coerción de los gobiernos provocó aún más paranoia en las familias, las cuales temían ser infectadas o que un policía los agrediera.

 

Después de la tormenta apenas está llegando la calma. Todo el 2020 fue un año de gran desesperación.  Gracias a las investigaciones médicas del funcionamiento de la nueva plaga viral, fue como se comenzaron a fabricar vacunas, las cuales se iniciaron a distribuir y a aplicar en la población en enero del 2021. Al virus por alguna razón científica, se le dejó de nombrar como coronavirus y pasó a llamarse “Covid-19”. En México se decidió que las primeras vacunas en aplicarse fueran para los adultos mayores de 60 años.

 

Estamos casi a dos años de la pandemia, y los estragos de la crisis sanitaria se hacen visibles. Miles de personas perdieron la batalla contra el virus silencioso. La mayoría de las familias han perdido a alguien a consecuencia del Covid-19. Los hospitales aún siguen saturados de pacientes contagiados por el nuevo virus. Las escuelas cerradas, los negocios poco a poco comienzan a abrir sus puertas. La nueva normalidad es asimilada por la población, la cual ya no puede salir de sus viviendas sin su cubrebocas.

 

Esta crónica la escribo para recordar en pocas líneas, lo que ha ocurrido con la pandemia que no fue anunciada y tampoco esperada. También quiero que sirva para reflexionar que lo que le ocurre a uno, le ocurre al mundo, es decir que, si no cuidamos a la naturaleza y a los animales que guardan el equilibrio del planeta, tarde o temprano, llegarán otras catástrofes que no podremos controlar, ni usando sana distancia y lavado de manos.

 

¡En memoria de los que se nos adelantaron!

 

*Autor de la columna “Ajedrez Político”, Licenciado en Administración Pública y Ciencia Política, por la Universidad de Colima, analista independiente en temas sociopolíticos y colaborador en diferentes medios digitales

 

 

 

 

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