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viernes, 5 de enero de 2024

TUXTLA / Luces de esperanza: tiempo sin tiempo


La mujer que está por dar a luz camina despacio dentro del túnel de luces habilitado en la Villa Navideña del parque Joyyo Mayu, en Tuxtla Gutiérrez. No sintió el paso del tiempo: nueve meses que fueron como un suspiro. Ahora, durante el alumbramiento, seguro los minutos le serán eternos. El 2023 se fue como agua entre las manos, se espera que el 2024 transcurra igual de rápido. Como esta futura madre, muchos en la Villa Navideña experimentaron la relatividad del tiempo. 



La familia Nandayapa Popomeyá arribó al parque Joyyo Mayu para tener una noche de recreación y convivencia familiar. A la mayoría nos gustan las luces y el lugar lucía totalmente iluminado. 


Luego de estacionar su vehículo en un área controlada por los "viene viene", el jefe de la familia, esposa e hijos se detuvieron en la entrada donde un arco da la bienvenida a los visitantes. Primer punto para tomarse la foto. 

Continuaron a mano derecha donde unos bastones luminosos sirvieron de marco perfecto para que cada miembro de la familia se posara en uno de ellos y así tomaron la foto del recuerdo. 


Luego enfilaron hacia el número 2024, donde una larga fila de personas esperaban su turno para tomarse la foto alusiva al año nuevo, todos querían fotografiarse en el lugar. La familia Nandayapa no quiso esperar y se fueron a otro sitio menos concurrido. 



Llegaron al pequeño lago artificial donde los botes lucían llenos. Rubén, el hijo mayor de la familia, preguntó por el costo de los botes. "$50 cada bote, pueden meterse hasta 4 personas, el servicio es por 15 minutos", les aclaró el boletero. El joven quedó mirando a su familia y dijo "al rato le confirmo". El boletero le preguntó si de verdad iban a tomar el servicio, pues ya había una fila de espera de 10 minutos. "¿10 minutos? ¡Es mucho!" dijo el joven y se fueron del lugar. Al rato regresaron, pensaron que habría menos gente y no fue así. El tiempo de espera ahora había subido a 15 minutos. "¿15 minutos?" volvió a exclamar el joven, y sin embargo ya no se fueron, decidió pagar y esperar su turno de abordar el bote. 


Mientras los que estaban a bordo de las pequeñas embarcaciones remaban, otros esperaban. "No remes rápido, es lento, disfrútalo", le dijo Teresa a su hermano Cristian. Estaban a bordo del bote llamado "Perla negra". Cristian sonrió, "tienes razón hermana, vamos a ir despacio". 


Sin embargo, por más despacio que remaron, los 15 minutos transcurrieron veloces. Les indicaron que era el tiempo de regresar al embarcadero. "No es posible", dijo Teresa, "no sentí cómo pasó el tiempo, 15 minutos que fueron como un suspiro". Sin embargo para Rubén y la familia Nandayapa los 15 minutos fueron "eternos", porque tuvieron que esperar en la fila para poder abordar un bote... es la relatividad del tiempo. Para unos un año fue como un suspiro, para otros un suspiro fue como un año, una eternidad. 


En un sitio del parque Joyyo Mayu, un tanto oscuro, en otro lago artificial, había enormes peces. Dos familias observaban recargadas sobre el barandal. "Ya están durmiendo", dijo una niña. "No, parece que están durmiendo, pero no es así", dijo un niño. Arrojaron comida y entonces los peces nadaron veloces para ingerir el alimento lanzado por los niños. Todos sonrieron y comenzaron a grabar el momento. 


Las apariencias se engañan: parecían dormidos pero no lo estaban. Hay personas que parecen pacientes, pero son desesperadas. A la inversa hay quienes se ven afligidos, pero aprenden a ser pacientes.



Una mujer cargaba una vara con algodones de azúcar incrustados, sólo le quedaban tres por vender. La noche había sido buena. Ella se llama Esperanza. Se acercó a una familia que llegaba por primera vez al lugar, les sirvió de guía turística, les indicó los puntos donde podían ir para tomarse la foto. Esperaba que ellos le compraran los últimos tres algodones, pero no lo hicieron, no les gusta lo dulce. 


Pero sí les gusta las luces, como al resto de los que se dieron cita en la Villa Navideña. La familia recién llegada avanzó, Esperanza los seguía con la seguridad de que podrían pedirle unos algodones... no lo hicieron, pero Esperanza hacía honor a su nombre y seguía confiando, esperando que vendería todos los algodones, esa noche. 



La joven mujer embarazada a punto de dar a luz seguía avanzando por el túnel luminoso. Tres personas estaban en el mismo lugar, a la entrada, tomándose la foto. La mujer caminaba lento, muy lento, deteniéndose con ambas manos el vientre, como diciéndole a su bebé "aún no es tiempo de que salgas, espérate un momento". 


Se veía sola, al parecer no tiene esposo ni familiares, así avanzó sola, lento, pensativa, sosteniéndose el vientre. Parece madre soltera, su rostro por ratos iluminados, también se ensombrecía con un dejo de tristeza; al parecer la abandonaron junto con su bebé. 


Y sin embargo ella, como Esperanza, se aferra a la tabla de confianza, cree, espera que le vaya bien, espera que su bebé nazca sano, sin problemas, espera darle una buena educación, mucho cariño y lo necesario para que pueda convertirse en un hombre o mujer de provecho. Aún no sabe de qué sexo será, pero sabe que lo amará por siempre. 


En un extremo derecho del parque una mujer vendía elotes y esquites, se veían ricos,  unas siete personas esperando. Los elotes cuestan $30, los esquites hay de 30 y 35, todo depende del tamaño del vaso. La mayoría pide de 35, por $5 más tiene una cantidad bastante buena de producto. 


Cerca de ahí niños juguetean en un brincolín y en un encierro lleno de globos, son niños menores de 4 años. Un carrusel pequeño luce solitario, abandonado, ya casi no hay niños que les guste el caballito, quieren emociones más fuertes. 



Y la mayoría de los niños y sus padres se van a un pequeño teatro al aire libre donde cuatro payasos hacen hasta lo imposible por hacer reír y obtener monedas de los presentes. Sus dinámicas son divertidas, espontáneas, novedosas. La gente corresponde con aplausos. En un momento invitan a dos niños a pasar a bailar, uno de ellos le apodan "el Chino", compite con una niña de preescolar. "Chino acábala", le dice el payaso. "El Chino" se motiva y se mueve, pero termina perdiendo; la niña le ganó. 


En otro momento compiten dos niños y dos niñas, y el payaso indica que las niñas van a cargar a los niños. Todos ríen cuando los niños ya no quieren bajarse de la espalda de las niñas, y es que el payaso dice algo chusco sobre ellos. 


Para estimular y premiar a los participantes, el payaso que dirige el show llama a otro payaso que aparentemente no viene con ellos, pero es parte de la estrategia y mercadotecnia. "Ey vos payaso que tenés cara de hambre, vení tráeme unos globos, no tengo dinero dame fiado", dice. 


El discurso es para sensibilizar a los presentes. El payaso indica que el día de ayer le fue mal, la gente se divirtió, rió pero no cooperó y no obtuvo dinero para comprar premios, por eso ahora tiene que fiar. Está apelando a la conciencia de los presentes para que cooperen esta vez, y le funciona. 


Cuando llega el momento de pedir la cooperación, algunos huyen. No quieren cooperar, se divirtieron, sonrieron, pero se van. Los pocos que se quedan cooperan con algunas monedas. Los compañeros payasos se ven entre sí, no fue mucho, pero algo es algo dijo el calvo. 


El tiempo que esperaron los payasos se les hizo eterno, contaban los minutos para llegar al momento cumbre cuando tenían que pasar el recipiente para recibir las monedas. Ellos lo esperaban con ansias, los presentes, no. Así, el tiempo que para unos se fue volando, mientras se divertían, para los que trabajaban y esperaban su pago se les hizo eternos... es la relatividad del tiempo. 



En la parte sur del parque Joyyo Mayu un árbol, aunque iluminado en su tronco y ramas, por su ubicación geográfica nadie lo visitaba. Una pareja de novios o quizá esposos discutían cerca del árbol. La mujer agachada lloraba. El hombre le estaba diciendo algo que le dolía, quizá la estaba terminando o probablemente reclamando por alguna escena de celos. Ese árbol evocó al árbol que aunque hermoso y grande, fue el árbol de la noche triste donde lloró Cortés su derrota, ahora la mujer lloraba también su fracaso en el amor. 


Un niño llegó finalmente al árbol, quiso trepar y resbaló; terminó tomándose la foto. Cerca de allí, alguien que no encontró el baño o no quiso buscarlo prefirió hacer sus necesidades fisiológicas al aire libre, sin importarle que hubiera mujeres y niños cerca de donde estaba. Su organismo no fue capaz de esperar, no tuvo continencia y convirtió el lugar en un baño público. 


Los presentes siguieron tomándose la foto en los lugares iluminados con estrellas, cometas, cajas de regalos, entre otros que sirvieron de marco para la fotografía del recuerdo. Por supuesto el puente iluminado, el túnel luminoso, una campana formada por luces, el nacimiento, el número 2024 y claro el enorme árbol navideño, seguían abarrotados con filas enormes esperando su momento de la foto. 


Casi para salir del lugar, unas alas de ángel con luces blancas le daban la despedida a quienes habían pasado una noche inolvidable. 



Atrás dejaron las luces, en punto de las 10 de la noche se cerraron las puertas, se apagaron las luces, la gente partió llevándose los recuerdos. El tiempo había terminado, las luces se extinguieron y dieron paso a la oscuridad, pero esta mañana la oscuridad dio paso a la luz. 


"El 2023 se fue como un suspiro, no sentí el paso del tiempo, se fue como agua entre las manos", es la expresión de muchos, y sin darnos cuenta estamos ya en el 5 de enero del 2024.

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