Se combinó diversión y aprendizaje, tal como lo adelantara en su invitación el director de la Aditech, Jovani Salazar Ruiz.
"Mamá estoy feliz, ha sido uno de los días más lindos en mi vida. Gracias por traerme mamita", dijo sonriente David a su madre. Iban de salida para tomar su colectivo de regreso a casa. Habían permanecido más de cuatro horas en el Museo Chiapas de Ciencia y Tecnología. Fue una experiencia inolvidable, donde se combinó diversión y aprendizaje, tal como lo adelantara en su invitación el director de la Aditech, Jovani Salazar Ruiz.
"Espérate hijo, casi me empujas; ya quieres correr. Cálmate, los dinosaurios no se van a ir", dijo Roselia, sonriendo, a su hijo David, que aligeraba sus pasos. "¡Ahí está, ahí está!" exclamó David al ver la entrada del Much, que con una enorme lona multicolores daba la bienvenida a las niñas y niños acompañados de sus padres.
La fila de autos era enorme, avanzaba lentamente desde el Libramiento Sur hasta el zoológico, sobre la calzada Señor del Pozo. Cientos de vehículos, miles de personas trataban de llegar al lugar de la cita.
Algunos madrugaron para apartar lugar, los que llegaron a las 9 se tuvieron que conformar con quedar estacionados lejos del Much, estaba llenísimo. La expectativa era tener 1900 visitantes. En la primera hora ya había más de 2500. La meta se rebasó por mucho.
David no sabía hacia dónde correr, miraba a un lado y a otro, su mamá reía. "Primero fórmate en la fila para recibir tus chicharrines y tus palomitas", le dijo. Así lo hizo el niño, luego fue por su bebida en otra fila. Posteriormente tenía la opción de ir a ver una película, pero David eligió entrar al sendero de los dinosaurios. Ahí estaba la mayoría, era el mayor atractivo.
David quedó boquiabierto al ver cada uno de los dinosaurios, no se detenía a ver la descripción ni el nombre, miraba extasiado los movimientos y escuchaba los ruidos que emitían los dinosaurios. A veces se acordaba del teléfono y le pedía a su madre que le tomara una foto. Cientos de niños hacían lo mismo.
David no quería salir del sendero, quería regresar y repetir la experiencia que fue única. "Hay que venir más seguido, mamá", le dijo. Roselia sonrió. Hoy fue gratis, la entrada normalmente cuesta $50, pero bien vale la pena.
David tuvo que conformarse con ver de lejos a las niñas y los niños que se mojaban en la fuente. Su madre no escuchó la información y no llevó ropa y toalla adicional para David, éste se molestó un poco y triste se conformó con ir a ver el show de magia del payasito Yin Pin.
A las 11 de la mañana terminó el show del payaso mago, los que llegaron después se lo perdieron. El icónico payaso chiapaneco agradeció a los presentes que lo han apoyado desde 1994 en su carrera. Delgado, pero dinámico, amenizó el evento, agradeciendo a Jovani Salazar, director de la Aditech, por haberlo invitado.
Hubo de todo: aprendizaje, diversión, bocadillos diversos, mesas con botanas o alimentos saludables, bebidas de aguas naturales, pozol de cacao y agua pura para todos los visitantes. Fue un día inolvidable para David, su mamá y los miles de asistentes.
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