Los transeúntes contemplan impávidos el ya no tan insólito incidente. Esta es ya la enésima vez que ocurre lo que nunca en la historia de la estación migratoria "Cupapé" se había suscitado. Un taxista que por primera vez observa la escena, se detiene asombrado y ante la parada que le hace un grupo de personas recién salidas de la estación. Al percatarse de su situación, el chafirete acelera temeroso de que lo involucren.
La tarde es un tanto soleada, pero fresca. Hoy no hizo mucho calor en Tuxtla Gutiérrez. Aun así, dentro de las estancias migratorias de la estación "El Cupapé", ubicada sobre libramiento Norte oriente de la capital chiapaneca, hizo un calor infernal.
Hacinados, sin cubrebocas, con alto riesgo de contagio del Covid 19, cientos de migrantes asegurados revolotean en espera de su liberación. No se desesperan, solo aguardan la tarde del día, pues saben que antes de la puesta del sol serán libres.
El descaro y cinismo del sub delegado federal es tal que ya no espera la llegada de la noche, como las primeras veces. Sin importar que hubiera lluvia, Christian Adin Briones Noriega sacaba a la calle a hombres mujeres y hasta niños.
El problema de exponerlos a una enfermedad es amén del riesgo para la población. Muchos de los migrantes han llegado contagiados de Covid-19. Y en la estación migratoria ni siquiera hay filtros sanitarios. No les dan cubrebocas. Pueden empeorar el panorama que ya de por sí se cierne sombrío para los capitalinos. Además, los hondureños y salvadoreños que salen a la calle, son potenciales delincuentes, ante la necesidad de comer o avanzar hacia el sueño americano.
Lo insólito es que grupos de 10 ó 20 migrantes sean sacados a la calle cada tarde y no sean deportados como antes, vía autobús o hasta aérea. El motivo es claro: no quieren gastar. Por ello con el pretexto de darles un documento que les permita estar unos días en Chiapas para trabajar y regresar a su país, el Instituto Nacional del Migración los deja libres, en la puerta de la estación. Pero nadie en su sano juicio se regresa.
Los "polleros" lo saben. Los extorsionadores, también. Y los esperan a menudo, a la entrada de la estación migratoria, para llevarlos. Hoy no ocurrió eso. Pero el riesgo es que más de 20 migrantes (más los acumulados en días anteriores) andan sueltos, con el riesgo de delinquir o contagiar a los tuxtlecos.
La pregunta es ¿por qué el subdelegado Christian Adin Briones Noriega hace esto? Este funcionario estuvo antes en Palenque y llegó a Tuxtla Gutiérrez hace poco menos de un año. Y no lo han movido. Está haciendo dinero y su jefa Yadira de los Santos Robledo, le permite operar. Fuentes confiables aseguran que Christian tiene a sus recaudadores de cuotas en los mismos puntos estratégicos: La Pochota, Ocuilapa y Malpasito; esta gente lleva más de tres años en los mismos lugares y se conoce que son los que mueven la mafia del tráfico de indocumentados.
Sin embargo a los agentes que no son santos de su devoción, los tiene desde hace nueve meses comisionados en diferentes bases militares del estado de Chiapas, sin percibir viáticos para traslado o manutención de los mismos. Christian Adín Briones Noriega ha seguido con las mismas mañas que los anteriores subdelegados. Incluso les ganó.
¡Y cómo es que no quieren gastar en los envíos o repatriaciones como antes? si en meses anteriores se dio a conocer que el Instituto Nacional de Migración se gastó la nada despreciable cantidad de 5 mil millones de pesos para atender diversos temas migratorios, pero de nada ha servido ya que no hay resultados satisfactorios porque la problemática va de mal en peor.
Eso sí, a los que venden comidas en las estaciones migratorias les va bien, porque a diario surten cientos de platillos para los numerosos migrantes asegurados. Es más, a los que sueltan, al poco tiempo los vuelven a agarrar.
MORALEJA
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Comprometidos con la verdad, listos para ser oídos, ojos y boca de la sociedad. Espacio para señalar lo malo y reconocer lo bueno.
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