La niña sale del local y le entrega al hombre la hamburguesa. Ni siquiera al ver a la pequeña le conmovió el corazón al hombre que ya había tramado su fechoría. El facineroso se baja el cubrebocas como si le hiciera falta el aire. Coloca la hamburguesa sobre la mesa, se limpia la cara y se vuelve a colocar el cubrebocas, esta vez más arriba para cubrir un poco más su identidad y no lo reconozcan por lo que hará.
Al parecer pensaba utilizar la violencia para robar, pero al ver que se encuentra otra persona en el lugar opta por otro método. Ingresa al local y pregunta “cuánto va ser”. Le dicen la cantidad, y es el momento (aunque no se va la imagen) en que el facineroso aprovecha para tomar el dinero mientras los dueños están de espaldas alistando los pedidos y la segunda torta que pidió el hombre.
“Lo voy a esperar”, dice y sale. Se sienta y espera unos segundos, luego toma la hamburguesa, mira hacia todos lados y se va despacio. Consumó el ilícito sin violencia.
La agraviada pide a la ciudadanía tener cuidado con este ladrón, pues en cualquier momento puede repetir el ilícito en otro comercio.
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