El pequeño estaba triste, por haber perdido su Tablet. Hoy está feliz y agradecido. Su madre, igual o más feliz que el pequeño al verlo sonriente. El crédito es para el taxista anónimo. Mientras este medio publicaba el servicio social y usted compartía para recuperar la tableta, el honrado taxista se dirigía al centro laboral de la mamá del niño. AL recordar el sitio de donde levantó a la mujer como pasajera, regresó para preguntar por ella. Al constatar que ahí trabajaba, le dejó la tableta. Ese gesto es de reconocer y aplaudir. Mil gracias a este trabajador del volante que sin esperar nada a cambio devolvió lo que no era suyo. Oro en su lugar se lo hubiera quedado. Su acto honesto hizo feliz a un niño y dio tranquilidad a una madre.
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