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domingo, 13 de julio de 2025

CHIAPA DE CORZO / Bety llora de felicidad y gratitud

Extraña a su hijo recién fallecido, pero goza de una casita digna, gracias a Dios y a la ayuda ciudadana.



Bety llora de felicidad y gratitud. Junto a su esposo Vicente, agradecen a Dios y a todos los que ayudaron para que hoy tengan una casita digna. Ya no se van a mojar, como antes. Les envían lluvia de bendiciones a todos.


Bajo el techo de su nueva casa, una vivienda digna, Bety y Vicente, con voz entrecortada agradecen profundamente a Dios y a las personas que de buen corazón, de forma voluntaria apoyaron para que su sueño se hiciera realidad. 



"Le pido a Diosito que bendiga a las personas que nos ayudaron; no teníamos nada y hoy tenemos una casita, con madera, láminas, tenemos ropa, zapatos, juguetes, comida", dice Bety.


A su lado, su esposo Vicente también agradece. Recuerda que antes pasaban frío y calor, vivían casi a la intemperie. Unos trozos de plástico y ropa vieja medio los cubrían de la inclemencia del tiempo. Pero cuando llovía se mojaban, la corriente pluvial pasaba literalmente bajo sus cuerpos; no podían dormir.



Para colmo de males, su hijo Manuel enfermó de cáncer y fue en la etapa terminal cuando los ojos de la ciudadanía voltearon hacia la familia Ruiz López, por medio de una publicación difundida en este medio y con la ayuda de todos se viralizó. 


Fue así como una iglesia y sociedad en general se unieron para llevar ayuda en especie y económicamente a la familia necesitada.



Antes de morir, mientras agonizaba, Manuel pudo ver a los hombres que trabajaban colocando el cimiento de su nueva casa, pudo ver cuando hicieron las zanjas y colocaron el muro de piedra. Escuchó el golpeteo de los martillos y los clavos.


Eran sentimientos encontrados: felicidad de la familia porque tendrían un techo digno, y a la vez dolor porque un miembro agonizaba y pronto se iría. Y el momento llegó: el momento de que Manuel expirara, dejó de sufrir ciertamente, pero dejó también un gran vacío en la familia que aún llora su partida.


Ahora lloran porque extrañan a Manuel, pero también lloran de gratitud porque gracias a su padecimiento y a que se difundió su situación, los ojos de la ciudadanía voltearon hacia ellos y los apoyaron.



Hoy celebraron la culminación de la casita con un caldo de guajolote. Invitaron un a algunas de las muchas personas que apoyaron en la construcción de la casa con su tiempo, mano de obra y con recursos o materiales donados.


La casita luce hermosa, imponente, en medio de la esmeralda vegetal. Ya sólo el recuerdo queda de la chosita de plástico y trapo de antes. Ya no más mojadas, ya no más frío en las madrugadas, dice Vicente. Eso quedó atrás, gracias a Dios y a las personas de buen corazón.


Los demás miembros de la familia están felices, también. Les donaron camas, colchones, tinacos, ropa, zapato, despensas; incluso juguetes.



Pero fue el donativo de cemento, varillas, láminas y madera lo que permitió que la casita se construyera con un buen cimiento, con zapatas fortalecidas, pensando en construir a futuro una casa totalmente de material. Por lo pronto el cimiento está listo, el muro sirve de base a la madera y a la lámina colocada, el techo soporta viento y lluvia.



La vivienda luce acogedora, la familia Ruiz López está feliz y agradecida. Y desde este espacio agradecemos a quienes se solidarizaron con ellos. Muchas gracias, Dios les bendiga a todos.

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