Alumnos y padres de familia dan a conocer las diversas anomalías al interior de la polémica Escuela Normal Rural Mactumactzá.
'Claro que voy a exigir y a pelear por los derechos de mi hija, no le están regalando nada, pasó el examen y tiene derecho a una educación gratuita y laica, sin el martirio que le han impuesto aquí en la Mactu", dice la madre de una joven que salió llorando por el maltrato físico y psicológico de que fue objeto, como parte de la novatada en la Escuela Normal Rural Mactumactzá.
La entrevista la brindan justo en la puerta de la polémica escuela. Los integrantes del comité dentro, detrás del barandal cubierto con plástico color negro que han colocado en todo el perímetro de la escuela. Algo esconden, "el que nada debe nada teme", dice acertadamente alguien mientras dan la entrevista.
El plástico negro no puede esconder las acciones radicales cómo retención de camiones, daño a comercios, casetas tomadas, algunos de los males añejos protagonizados por la "Mactu". Y esta vez también intentan reprimir la libertad de prensa: dicen que no puede el reportero transmitir en la calle, frente a su escuela.
Una alumna con daño en el tobillo, cuenta las vejaciones de que fue objeto en los pocos días que estuvo adentro de la "Mactu". No les permiten usar el baño, no se pueden bañar, les dan un solo vaso de agua (una alumna salió con problemas renales) para cuatro personas todo el día, poca comida y un solo minuto para comer, deben tomar café hirviendo en un minuto, hacer más de 200 sentadillas, correr de noche con las botas de hule. Para trabajar les dan herramientas oxidadas, no les permiten alzar la vista a los capataces miembros del comité, a todo tienen que decir sí.
Un joven de Salto de Agua dice que además de las humillaciones y maltratos que mencionó su compañera, les gritan, los llaman záng4nos, p4rás1tos ins3rvibles, que la escuela podría estar mejor sin ellos, que si quieren pueden largarse. Y claro, más de uno no ha soportado y ha salido, pero sus padres consideran que deben regresar por el derecho a estudiar, no para ser maltratados como lo han hecho.
Por eso esta vez dan a conocer las anomalías cometidas dentro de la Mactumactzá. Son pocos padres que denuncian, porque la mayoría desconoce lo que pasa dentro, sus hijos no les dicen nada, pues cuando llegan un miembro del comité acompaña al alumno o alumna para 1nt1midarlo, y no permitir que diga la verdad. A los que se van los 4m3n4zan. Si dicen algo, advierten que le harán d4ño a su familia, pues ya conocen su domicilio al haber realizado el estudio socioeconómico.
Josefa, seguramente madre de un estudiante de la "Mactu", pide que se publiquen las cosas buenas de la Mactumactzá y exige a un medio que, según ella se ha dedicado a atacar a esta escuela, que le publique conforme a derecho. El medio lo hace, le llueven críticas tanto a Josefa como a la "Mactu". Es que el sol no se puede tapar con un dedo, nadie puede maquillar todo en lo que se ha convertido la Mactumactzá.
"Antes no era así", dice la maestra egresada de la Mactumactzá. "Antes no nos maltrataban, había principios y formación magisterial, mi hija no va para militar para que la maltraten así, va para maestra, tampoco va para sembradora ni limpiadora de campo", agrega.
"Esto apenas empieza", dice, pues el día de la inscripción está segura que el comité tratará de impedir que su hija se inscriba, pero ella lo hará porque tiene su derecho ganado, pasó el examen y estudiará, aunque sea de externa. Como ella, otros padres consideran que de igual manera pelearán los derechos de sus hijos e hijas. Nadie puede impedirlo... La "Mactu" perdió el rumbo.
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