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sábado, 13 de diciembre de 2025

TUXTLA / Cuerpos cansados, espíritus fortalecidos

Todos están fundidos por la ardua jornada, pero se ven sonrientes, llenos de fe, amor y esperanza.



La adolescente corre al ver que un nuevo contingente está ingresando a la parroquia de Guadalupe. Sonríe, aunque su rostro tiene un dejo de cansancio: ha sido un día agotador, ha llegado el clímax de las peregrinaciones... la iglesia está repleta. El sacerdote da indicaciones que no tarden mucho, reciben la bendición, dejan su ofrenda, se toman la foto y parten. Por ello Romina y sus compañeras y compañeros no han tenido un segundo de descanso; nadie lo ha tenido, pero están felices: los sostiene la devoción y la fe.


La Avenida Central luce cerrada a la circulación vehicular, desde la 4a a la 8a Poniente. Así se anunció. En ambos lados de la acera hay locales de todo tipo, desde los que ofrecen juegos, comidas, ropas. Y por supuesto, artículos guadalupanos. 


A lo lejos se escucha el canto inconfundible de "La Guadalupana". Un contingente avanza sobre la 4a Poniente, de sur a norte, llegan a la Avenida Central y dan vuelta a la izquierda, rumbo a la iglesia de Guadalupe. El tráfico peatonal es intenso, un joven funge como agente de tránsito, regula la circulación vehicular y peatonal en la zona. Indica a los peregrinos que tomen el carril derecho y es que en el izquierdo, de poniente a oriente avanza una camioneta y luego un camión Torton; parece imposible que pase entre el mar de gente, pero logra pasar.


Unos entran, otros salen. Los que llegan van cargados de expectativas, de fervor y de ofrendas florales y en efectivo. Los que se van han dejado su ofrenda y se llevan a cambio el regocijo de haber participado en la peregrinación.


El interior de la parroquia luce lleno de elegantes flores, en ambos extremos. Ya no hay espacio para uno más, pero la gente sigue llegando y llevan en sus manos ofrendas florales. Tres mujeres de la tercera edad sostienen una pequeña macetera de flor de Nochebuena, se ven marchitas, como sus rostros, pero no así su alma; quizá las compraron hace tiempo y olvidaron regarlas, y las consecuencias saltan a la vista.

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Pero un poco de agua puede resolver el problema de la flor, no así en la piel ni la edad senil de las damas. Su alma, en cambio, se siente joven, fortalecida por la fe y la esperanza. Sonríen al entrar aunque a ellas nadie les dio la bienvenida, pero entran se persignan y adoran.



Dos hombres permanecen de rodillas durante mucho tiempo. Uno está cerca del pasillo central, voltea cada vez que se escucha el canto de los peregrinos. El sacerdote que preside la ceremonia va anunciando el nombre de cada contingente. La adolescente Romina está pendiente de cada anuncio, también la campana que suena y repica anuncia la llegada de cada nuevo grupo de peregrinos.


Romina está fundida, apenas acaba de dejar un grupo cuando ya va entrando otro. Permanecen 5 minutos, a lo mucho, dentro de la parroquia, y luego les dan la orden de salir por la ruta de evacuación.


Romina le hace una seña a su compañera e intercambian funciones. Su amiga recibe a los peregrinos y ella va a repicar la campana. De repente se siente sin fuerzas, un joven la observa y nota la situación, corre a auxiliarla: le ayuda a repicar la campana... eso es amor y solidaridad.


Algunos llevan globos color verde, blanco y rojo, recordando el color de la bandera mexicana y los colores que adornan a la morenita de Tepeyac.



Un grupo de comunicadores llega acompañado de mariachi que entona Las Mañanitas. El sacerdote suspende un momento su disertación y decide grabar el momento especial.


Le recuerda a cada grupo que son bendecidos y les pide que por favor abandonen el recinto, pues está repleto y necesariamente tienen que marcharse para dar cabida al nuevo grupo. Y así la historia continúa cada minuto, cada segundo. Unos llegan, otros se van.


Todos están cansados físicamente, han sido dos semanas de ardua actividad, desde el inicio del mes de diciembre; pero hoy el día llegó a su clímax. Unos jóvenes que acomodan los arreglos florales tienen una playera azul que dice con letras blancas: 'ánimo firme, viva la cruz".


Sí, la cruz de la que pende Jesús está al centro del recinto: es Jesús el que salva, es Jesús el Redentor, el que murió en la cruz, el que garantiza el perdón de los pecados... es el centro de la adoración, la imagen de María está atrás, sobre la pared pintada de color morado.



Una madre feliz y orgullosa de su pequeñín vestido de Juan Dieguito, le toma la foto. Ha sido su primer peregrinación. Dos sillas con la leyenda "libro de peregrinos" están vacías. No hay libro de peregrinos, olvidaron colocarlos o ya se agotaron las hojas de tantos visitantes.


Como la cereza en el pastel, llega un grupo de monaguillos ataviados con su vestidura blanca y roja. Entran, reciben la bendición del sacerdote y se hacen a la orilla; es la comunidad de monaguillos "Divina providencia".



 Han quedado exhaustos, físicamente, pero espiritualmente se fortalecieron: la fe, la devoción y la esperanza han cobrado nuevas fuerzas.

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