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miércoles, 10 de abril de 2019

TUXTLA / LUIS SE ADELANTÓ...



"Me voy adelantar, tío. Ahí me alcanzas", le dijo como despedida Luis Francisco a su pariente. Sus palabras fueron un mensaje subliminal. El sexagenario entendió que se verían más tarde. El joven se refería al encuentro en el más allá.
La noche es fría y silenciosa, figura exacta del frío y silencio sepulcral en que yace un joven colgado de una cuerda. Ni siquiera los perros de los vecinos ladran, como respetando el dolor que embarga a la familia Hernández Hernández.
Una sola patrulla, PC 571 de la Policía Municipal, estacionada sobre la 4a Oriente entre 15 y 16 Norte de la capital chiapaneca.
Una cinta plástica amarilla acordona el lugar para delimitar la calle frente al inmueble marcado con el número 1630. Cuatro policías parados en el portón negro entre abierto, aguardan el ingreso de los agentes periciales de la Fiscalía General del Estado.
Un joven y una mujer cabizbajos, reprimen el llanto que amenaza con traicionarlos y salir por las cuencas de los ojos, como para lavar las ventanas del alma y cual bálsamo intentar curar el corazón herido por la espada aguda del dolor.
No hay palabras, sólo miradas efímeras, suspiros y movimientos de cabeza que indican la confusión reinante en el abigarrado cerebro de la madre y del hermano.
Fue el tío de Luis Francisco quien encontró al joven suspendido de una cuerda. El muchacho había ingerido alcohol. Una pena muy honda le quemaba el alma y nadie había detectado el problema. Luis guardó su quebranto en el cofre de su soledad y prefirió ahogarse en el mar turbulento de su tristeza a causarle penas a su familia. Y sin embargo fue exactamente lo que ocurrió.
El engaño se consumó. El joven se dejó seducir por el mortal espejismo de la salida falsa y el dorado hilo de la existencia se rompió.
Ahora, hombres de blanco ingresan al inmueble que funge como taller de hojalatería y pintura, además como depósito de arena y grava. Son agentes de Criminalística y Forense. Visten de blanco porque aún en sus ropas pueden recoger indicios para esclarecer un ilícito. El joven era apodado "El Chino" . En China el blanco es luto. El joven vio que su problema estaba en chino resolverlo.
Y con las palabras "tío ahí me alcanzas, me voy adelantar", Luis se despidió. Realmente se adelantó en el camino de la vida. Su cuerpo sin vida fue llevado al Semefo para la necropsia de rigor. Allí, seguramente el dictamen del médico legista dirá que la muerte fue por ahorcamiento. Creo que fue por desamor. Pero ese mal no hay aparato que lo detecte ni medicina que lo sane.

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