TUXTLA “VERGÜENZA DA MI ZOOLÓGICO, YA NO ES EL DE ANTES” - El Centinela MX

NOTICIAS

Post Top Ad

¿Te interesa uno de nuestros espacios?

Post Top Ad

Anuncios

martes, 27 de abril de 2021

TUXTLA “VERGÜENZA DA MI ZOOLÓGICO, YA NO ES EL DE ANTES”


El horario es más reducido y el cobro mayor. Los espacios para venado cola blanca están vacíos “misteriosamente”. Aun así, el ZooMAT sigue siendo un espacio natural donde el alma encuentra refugio, el pulmón se oxigena y los lazos familiares se entrelazan.


“Vergüenza da mi zoológico, ya no es el de antes… cada día peor”, dice Elia en su comentario. Tal vez se refiera a que los pasamanos de los andadores ya no son de madera, sino de cemento. Quizá se refiera a que el horario es más reducido y el cobro mayor. Sin duda piensa en que los espacios para venado cola blanca están vacíos “misteriosamente”. O quizá es todo esto y mucho más. Aun así, el ZooMAT sigue siendo un espacio natural donde el alma encuentra refugio, el pulmón se oxigena y los lazos familiares se entrelazan.

“Son tres adultos”, dice la mujer a la entrada del zoológico a la familia. Pero al llegar a ventanilla la cajera cobra de cinco personas adultas (iban dos niños pequeños) primera molestia de la familia. Al reclamar, la cajera y la que da la “bienvenida” se hacen guaje.

En el torniquete metálico, otra mujer que recibe los tickets de pago informa que el horario de cierre es a las 3 de la tarde y solo se dispone de dos horas (son las 13:00 horas). “Pero en la entrada dice hasta las 5:00 pm” reclama el padre de familia y como respuesta la mujer enojada llama a su jefa, quien explica que por la pandemia redujeron el horario (pero no cambian el anuncio de la entrada).
En cada momento que se detiene la familia, un empleado del ZooMAT los arrea, para que se apuren porque el cierre será a las 3. No se pueden detener ni para ir al baño (que seguramente están inservibles o cerrados). En los espacios para comer, acordonados, abundan la hojarasca, al igual que en los negocios cerrados.
Al llegar a donde están los loros, el niño pregunta cuál de todos es el que tienen en casa. Y cuando el padre le va explicar, el “arreador” oficial los apura acabando con la magia de la charla familiar. La historia se repite en cada espacio.

Al llegar al sitio vacío del águila arpía, el padre explica que se extinguió. No se pudo reemplazar. Y al llegar al espacio del venado cola blanca, el niño pregunta si se extinguió también. El padre sonríe, mira al “arreador” que va cerca y dice “sí”. Cuando el trabajador del ZooMAT se aleja un poco el padre le susurra al oído a su hijo que “lo acabaron”, “lo comieron todos”. El niño abre los ojos desmesuradamente, y cuando va lanzar un grito el padre le hace la señal con el dedo en la nariz que se calle.

El silbato suena cuando apenas están viendo el jaguar. Son las 14:35 horas. Y faltando 15 minutos para las 15:00 horas los sacan a todos. Al final del recorrido, como consuelo, el niño se sube al camión viejo del Zoológico Miguel Álvarez del Toro que un día funcionó como auto escuela, como museo, y hoy es solo un montón de chatarras, cubierto por el polvo del olvido, como el Zoológico mismo.

Quizá Elia sepa esto y mucho más. Quizá no, pero exclama “Vergüenza da mi zoológico, ya no es el de antes… cada día está peor”. Aun así, el ZooMAT sigue siendo un espacio natural donde el alma encuentra refugio, el pulmón se oxigena y los lazos familiares se entrelazan, siempre y cuando los “arreadores” estén de buenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Top Ad

anuncios 2