TUXTLA Aprendamos de las aves... Viven sin afanes

* El rugido de los motores, escapes deportivos y claxonazos rompen con la ley escrita y consuetudinaria frente al IMSS 5 de Mayo.

El área debería ser silenciosa y de tráfico vehicular lento. Es zona hospitalaria. Pero el rugido de los motores, escapes deportivos y claxonazos rompen con la ley escrita y consuetudinaria. El afán por querer hacer más, ganar más y tener más lleva a correr literalmente desde temprana hora a casi todos. Y quién lo regula?

Amanece. Los pájaros abandonan los árboles y comienzan su búsqueda de alimento matutino, pero lo hacen sin afán. Y todos comen. Es la 11a Oriente Norte frente al Hospital General de Zona número 2, IMSS 5 de Mayo.

Sin embargo los humanos corren afanados. Un desfile de jóvenes de blanco que corren por checar entrada a tiempo en el hospital. Otros terminan su guardia y se van a casa. Y los rugidos de motores de autos veloces son prueba innegable que los conductores de esas unidades tienen prisa. Prisa por avanzar, por llegar a ningún lugar, por encontrarse con nadie si acaso consigo mismo o con el espejismo, con el oropel del logro que deviene en fracaso.

Y si bien esas carreras estresantes le hacen mal individualmente al actor, repercuten en forna colectiva. No somos islas. Lo que hacemos o dejamos de hacer redunda en beneficio de otros o repercute en perjuicio de los demás.

Así, los numerosos y veloces colectivos, taxis y autos particulares que circulan sobre la 11a. Oriente Norte frente al IMSS 5 de Mayo pasan factura global.

Casi nadie respeta el límite de velocidad en la zona. Sabe usted cuál es? Libramiento Norte 80 km/hora, Libramiento Sur 70, bulevares 50, avenida 40, calles 30. Zona escolar u hospitalaria 20 o mejor aún 10 km/hr.

Para colmo Tránsito y Vialidad Municipal de Tuxtla Gutiérrez no ha colocado un solo señalamiento en el lugar. Así, el sitio es un concierto de acelerones, claxonazos que minan inclementes con la escasa salud emocional y física de quienes afuera del IMSS 5 de Mayo casi no duermen ni comen. Los nervios destrozados lo que menos necesitan es lo que les regalan precisamente todo el día.

Y la velocidad no se diga. Familiares de los pacientes internados cruzan la calle para ir a comprar medicamentos o cargar la batería de su celular. A menudo van con sueño, cansados, pensativos, preocupados y pueden ser atropellados.

Pero eso no piensa el chófer del colectivo 6201. Veloz va de norte a sur sobre la 11 Oriente. Frena sólo porque le piden la parada. Luego arranca furioso. Atrás va la 6204 que hace mismo.

Otras unidades de las Rutas 30, 82, 123, 29, 61, 94, 88, 7 y 20 también pasan por ahí

Un taxi se detiene de sur a norte frente al IMSS, el pasajero, con discapacidad, demora un poco en bajar y seis colectivos comienzan a sonar sus bocinas.

Minutos después, una patrulla de la Guardia Nacional se detiene en el mismo lugar. El chofer compra café y torta. A él no le tocan claxonazos. Le tienen miedo. Pero igual los colectiveros se desesperan y se desquitan luego corriendo.

Y mientras afuera el ruido y estrés hacen trizas los ya de por sí destrozados nervios, en el área de urgencias de Pediatría una madre está de rodillas, llorando en el pasillo. Su bebé de seis meses de edad está siendo reanimada. Decenas se arremolinan alrededor de la camita número 6. El esfuerzo es en vano. Pero sus gritos y carreras estresaron a los niños y niñas que observaron la escena, sobre todo la nena de la cama 5, que vio todo.

Y la cortina de la cama 6 se cierra. Todos salen cabizbajos, derrotados. Pero la cortina no se cierra afuera donde siguen las carreras, los afanes, las luchas.

Por ello, la 11 Oriente Norte frente al IMSS 5 de Mayo, sigue siendo ruidosa y de velocidad incontrolable. El área debería ser silenciosa y de tráfico vehicular lento. Es zona hospitalaria.

El rugido de los motores, escapes deportivos y claxonazos rompen con la ley escrita y consuetudinaria. El afán por querer hacer más, ganar más y tener.