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viernes, 24 de diciembre de 2021

TRADICIÓN ¿Y tú pusiste un árbol de Navidad?


* Hubo quienes se opusieron a estas celebraciones. Aquí el origen pagano, cristiano y punto de vista de escritores al respecto.


Casi en todos los hogares, por humildes que sean, hubo un árbol de Navidad en estas fechas. Algunos sin dinero para comprar uno artificial, adornaron ramas secas y colgaron adornos hechos en casa. Otros, a sus árboles naturales les colgaron esferas. La naturaleza celebró con el más hermoso árbol de Navidad formado por una cascada en el Cañón del Sumidero, en Chiapas. Pero hubo quienes se opusieron a estas celebraciones. Aquí el origen pagano, cristiano y punto de vista de escritores al respecto.
Origen pagano
En el solsticio de invierno, los pueblos germanos que procesaban una religión politeísta, basada en la mitología nórdica, celebraban la renovación de la vida adornando con antorchas un árbol llamado Yggdrasil; la copa representaba la morada de los dioses y las raíces al reino de los muertos.
Origen cristiano
Se dice que San Bonifacio (680-754), evangelizador de Alemania, tomó un hacha y cortó un árbol que representaba al Yggdrasil (aunque también pudo ser un árbol consagrado a Thor), y en su lugar plantó un pino, que por ser perenne, simbolizó el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas.
Teólogos dicen
Jeremías, el profeta del siglo VII a.C., dice que "las costumbres de los pueblos son vanidad" porque un leño "con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva". Jeremías se refiere a la vanidad de adorar "objetos sin valor", propia de los paganos, en vez de venerar al Señor, "el Dios verdadero".
El árbol de Navidad no existía como tal, pero estos versículos revelan una costumbre ancestral: cortar un árbol para adornarlo o, como hacían los babilonios, para dejar regalos debajo del mismo.
Tertuliano, un cristiano que vivió entre los siglos II y III d.C., criticó los cultos romanos paganos, imitados por algunos de sus correligionarios, de colgar laureles en las puertas de las casas y encender luminarias durante los festivales de invierno. Los romanos adornaron las calles durante las Saturnales, pero fueron sobre todo los celtas quienes decoraron los robles con frutas y velas durante los solsticios de invierno. Era una forma de reanimar el árbol y asegurar el regreso del sol y de la vegetación. Desde tiempos inmemoriales, el árbol ha sido un símbolo de la fertilidad y de la regeneración.
El cristianismo adoptó y transformó estas costumbres paganas ante la imposibilidad de erradicarlas. Cuenta la leyenda que en el siglo VIII había un roble consagrado a Thor en la región de Hesse, en el centro de Alemania. Cada año, durante el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio. El misionero Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto, un árbol de paz que "representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes" y porque su copa "señala al cielo".
A partir de entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad y por algún extraño motivo se colgaron de los techos. Se cuenta que el teólogo Martin Lutero puso unas velas sobre las ramas de un árbol de Navidad porque centelleaban como las estrellas en la noche invernal. Dos ciudades bálticas se disputan el mérito de haber erigido el árbol de Navidad en una plaza pública: Tallin (Estonia) en 1441 y Riga (Letonia) en 1510. Unos comerciantes locales instalaron un abeto en la plaza del mercado de Riga, lo decoraron con rosas artificiales, bailaron a su alrededor y finalmente le prendieron fuego.

Entre los Adventistas del 7º. Día hay posturas encontradas. Unos consideran que sí se puede celebrar la Navidad y colocar árboles en casa o la iglesia. Otros afirman que esto es paganismo. Elena de White, considerada profetisa, en sus escritos revela que carecía por completo de la actitud fanática y extremista que muchos predicadores tienen actualmente hacia la Navidad.
No existe ninguna declaración de Elena de White que prohíba o ataque el uso del árbol de Navidad o que lo mencione como un elemento pagano. De hecho, ella frecuentemente demandó que se instalen árboles de Navidad en las iglesias siempre y cuando éstos cumplan una función benéfica.
Por ejemplo, en 1879 ella escribió lo siguiente: “Ahora nos estamos acercando al fin de otro año, ¿y no deberíamos convertir estos días festivos en oportunidades para traer nuestras ofrendas a Dios? No puede decir sacrificios, porque solo estaríamos entregándole a Dios algo que ya es suyo, y que Él simplemente nos ha confiado hasta que nos lo demande [nuevamente]. Dios estaría complacido si en Navidad cada iglesia tuviera un árbol de Navidad en el cual cuelguen ofrendas, grandes y pequeñas, para estas casas de adoración. Nos han llegado cartas preguntándonos: ¿deberíamos tener un árbol de Navidad? ¿No sería parecido al mundo? Nosotros respondemos: ustedes pueden hacerlo parecido el mundo si tiene una disposición así, o pueden hacerlo tan diferente al mundo como sea posible. No se comete ningún pecado en particular al elegir un fragante árbol perenne y colocarlo en nuestras iglesias, sino que el pecado yace en el motivo que impulsa la acción, y el uso que se hace de los regalos puestos en el árbol”. (The Holidays”, Review and Herald, 11 de diciembre de 1879)
Cascada Árbol de Navidad, orgullosamente chiapaneco
El mejor arbolito de Navidad que NUNCA se marchita, pues está hecho de roca, es orgullosamente chiapaneco. Se disfruta durante el recorrido por el emblemático río Grijalva, dentro de la gama de atractivos turísticos en el Cañón del Sumidero.

La cascada conocida con el nombre de Árbol de Navidad, en los últimos años había perdido su color característico verde que se forma gracias a la humedad de la caída de agua y el crecimiento del musgo en las piedras. Hoy, el Árbol de Navidad luce con un 90 por ciento de imagen recuperada.
La cascada se forma por la captación de agua de túneles subterráneos y desciende de una de las paredes altas del Cañón del Sumidero, pero debido a la intensa sequía que se presentaba en la entidad desde hace seis años, comenzó a secarse.
Con una altura de 250 metros, es considerada una de las joyas naturales del estado que se creó porque el agua pulió la piedra y la humedad hizo que creciera musgo, así se formó la figura de un “árbol de Navidad”.

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