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miércoles, 19 de enero de 2022

TUXTLA / Señor, hágase tu voluntad





Cuando a su esposo le dio Covid-19, la última opción era internarlo en la Clínica Polifórum de Tuxtla Gutiérrez, porque decían: La gente que entra ahí, sale muerta.
Doña Eunice agotó sus ahorros en la atención médica particular de su esposo, Luis Alberto, quien seguía sintiendo que le hacía falta el aire y no le bajaba la temperatura, solo entonces quedó viéndolo en la cama, preguntándole con la mirada: ¿Y ahora qué hacemos?
—Pues, en nombre de Dios, llévame —alcanzó a decirle.
Así fue que lo internaron en la Clínica Covid del Polifórum, a finales de agosto del 2021.
El calvario de doña Eunice había comenzado meses antes cuando se incendió su casa y luego por la muerte repentina de su abuelo, por eso cuando le informaron días después que su esposo sería intubado, se desmayó con el teléfono en la mano.
Desde entonces todos los días esperaba fuera del hospital y con el trauma de que el cuerpo amortajado, que sacaban casi todos los días, no fuera el de su marido.
—¿Y cómo sigue mi esposo? —preguntaba.
—Hemos hecho todo lo humanamente posible —le contestaban—, tenga fe y ore mucho por él.

En ese tiempo, doña Eunice empezó a hacer conjeturas del origen del contagio y recordó que, acompañado de su esposo, había visitado a su padre que sufría de un malestar que terminó siendo cáncer en el hígado. Esa vez mientras llevaban a su padre al doctor, se mojaron y fue el pretexto para que comenzaran con resfriado. Un tío que estuvo con ellos, se supo después, se había contagiado de Covid.
Ahí se desató todo, porque más tarde confirmaron oficialmente que eran positivos de la enfermedad, sin embargo, el más grave fue Luis Alberto. El padre de doña Eunice murió tres días más tarde, a causa del cáncer, después de que internaron a Luis Alberto. Doña Eunice logró recuperarse.
En noviembre, tras 65 días de estar internado y sedado en la Clínica, le entregaron a su esposo con una traqueotomía y efectos postcovid, sin esperanza de vida salvo un milagro de Dios. Con ayuda de amigos y conocidos, logró hospitalizarlo en el Seguro 5 de Mayo, donde lleva nuevamente más de 70 días en cama.
A causa del prolongado tiempo de postración, don Luis Alberto Cipriano, de 38 años, ha perdido más de 35 kilos, no se mueve, le han salido llagas en la espalda y el talón, y doña Eunice Barrios ha aprendido a leerle el movimiento de los labios para comunicarse con él.
—Quiero estar con ustedes —logró entenderle la última vez.

A pesar de todo, doña Eunice no reniega de Dios, ni se cuestiona: ¿Por qué a mi, Dios mío? Al contrario, dice, Señor, hágase tu voluntad. Cierra los ojos y se pone a orar.
—Sé que Dios tiene un propósito para mi, para mi esposo y para mis hijos. Sé que después de la tormenta viene la calma —dice con fe y resignación.
Por las noches, doña Eunice se queda pensando en sus múltiples deudas, en sus tres niños, en sus 13 años de matrimonio, sin despegar la mirada del cuerpo inmóvil de su esposo.
NOTA: Si alguien desea apoyarla, este es su número de celular: 961 380 1130
Vía: Cazador de Historias

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