Hace 49 años un pueblo quedó sepultado bajo las aguas del Río Grijalva, dando origen a un nuevo comienzo. Hoy celebran esa nueva era.
¡Que viva Osumacinta! fue la única frase que acompañó la publicación del alcalde Samuel Alegría Pérez. La imagen dice más que mil palabras: muestra las cristalinas aguas del río Grijalva con flores de mayo. Es día de fiesta por el 49 Aniversario de haber resurgido de entre las aguas.
El espíritu de fiesta se empezó a vivir a mediados de mayo, llegó a su clímax el 22 y concluye este último día del mes más importante para los osumacintecos.
Una carrera pedestre de 12 km puso la cereza en el pastel del 49 Aniversario del Nuevo Osumacinta. El primer lugar fue para Jorge Guízar, el segundo lugar para Rey Guízar y el tercero para Manuel Sánchez.
La playera conmemorativa es hermosísima, predomina un verde turquesa. En ella se enfundaron el presidente municipal Samuel Alegría Pérez, su esposa Dulce María García Muñoz, sus hijos y demás participantes.
El mismísimo Huracán Ramírez encabezó un gran espectáculo de lucha libre en honor al Señor de la Misericordia, el 23 de mayo a partir de las 7 de la noche, en el Teatro del Pueblo.
Hace 49 años el pueblo de Osumacinta fue reubicado para dar paso a la construcción de la presa hidroeléctrica Manuel Moreno Torres, sobre las aguas del majestuoso Río Grijalva.
Desde entonces, cada 22 de mayo las y los osumacintecos rinden homenaje a su origen con una ofrenda floral cargada de memoria, identidad y dignidad. Osumacinta es sinónimo de resistencia y reconstrucción, porque aunque su tierra quedó bajo el agua, su historia no se ahogó, su historia sigue viva en sus familias, en sus tradiciones, en su lucha por no olvidar. Hoy, más que nunca, reconocer su historia es defender su identidad y su valor, dijo la diputada María Mandiola..
Un recorrido espectacular en lancha, todos con chaleco salvavidas color verde fosforescente, el color de la esperanza. Una mujer toma su canasta llena de flores de mayo y las lanza al agua.
Osumacinta formó parte del territorio Zoque, un grupo indígena que habitaba el valle central de Chiapas. Han pasado más de 49 años desde que el antiguo Osumacinta quedó bajo las aguas, tras la construcción de la presa hidroeléctrica Chicoasén. En 1976, los pobladores de este lugar fueron removidos al nuevo Osumacinta.
"Sali de 25 años del viejo Osumacinta y conozco perfectamente el nuevo Osumacinta, dice Tomás López.
Como firme y recuerdo lúcido agrega: "Cada milímetro de sus calles, sus casas, sus plazas, sus ruinas, su presidencia todo cuanto hay en el viejo Osumacinta lo tengo fresco en mi memoria. Salimos del 11 de mayo al 22 de mayo del viejo Osumacinta. El 22 de mayo fue el último día cuando llegaron las últimas dos familias", dice y suspira. Reprime el llanto. Es que es día de fiesta.
Los pobladores se reúnen para celebrar en un ambiente de algarabía, con música en vivo, bailes y comida tradicional de esta región. El recorrido por lancha es majestuoso: más de 800 personas asistieron para viajar durante 15 minutos al punto exacto donde se encuentra el antiguo poblado sumergido bajo el agua. Ahí le tributan una ofrenda floral.
La población anteriormente se sustentaba principalmente por la agricultura, con cultivos de maíz, frijol, yuca, camote, chile y cacao. Además trabajaban en la elaboración de utensilios de barro y piedra, recuerda Elia González, que aprendió a trabajar desde los 7 años. Recuerda que hacía tortillas de mano para comer quesadillas, frijol con pepita molida.
Este fue un punto de inflexión en la historia de Osumacinta. 1976 fue considerado un año difícil para los lugareños que perdían sus tierras, sus casas y estaban obligados a adaptarse a nuevas condiciones de vida.
Tomás López dice que el factor de unidad fue clave. Osumacinta es como una sola familia, algunos se levantaban desde las 3 de la mañana a raspar el ixtle.
Osumacinta conserva su esencia, su herencia cultural, la historia de su reubicación, dejando cincelado en el recuerdo al viejo Osumacinta. !Que viva el Nuevo Osumacinta!
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