Participación de la Diputada Azucena Arreola Trinidad, Presidenta de la Comisión de Pesca y Co-Presidenta del Caucus de Océanos México
"Muy buenos días a todas y todos. Quiero agradecer profundamente a la Alianza Juvenil por la Sostenibilidad - AJUVES por este espacio.
Estar hoy en este diálogo encabezado por juventudes, en el marco de la COP30, reafirma que la acción climática en México se sostiene en el liderazgo joven, en su fuerza transformadora y en la visión de futuro que ustedes representan.
Hoy quiero hablarles de cómo la nueva NDC 3.0 de México —nuestro compromiso climático nacional— integra, por primera vez de manera robusta, una visión que coloca al océano, a las comunidades costeras y a la pesca en el centro de la agenda climática. Y quiero hacerlo desde una perspectiva muy clara: esta NDC habla directamente del país que ustedes habitan, del futuro que ustedes están defendiendo y del presente que hoy nos toca transformar.
La NDC parte de una realidad innegable: México es un país altamente vulnerable al cambio climático. Sectores primarios como la agricultura, la ganadería, los bosques y la pesca ya están enfrentando pérdidas importantes asociadas a sequías y eventos extremos, y el documento reconoce explícitamente que el sector pesquero ha sufrido impactos económicos significativos en las últimas décadas (pérdidas superiores a 250 mdp por evento).
Esta no es una cifra fría; es la historia de miles de familias que dependen del mar y que están viendo cómo la crisis climática altera temporadas, rutas de especies, capturas y medios de vida.
Lo relevante de esta actualización es que, por primera vez, México adopta un enfoque integral que conecta la pesca, la acuacultura, la seguridad alimentaria y la resiliencia costera dentro de una misma estrategia.
El documento reconoce que, gracias a su enorme territorio marino, México es uno de los principales productores pesqueros y acuícolas del mundo, lo que significa que el futuro de nuestra alimentación, de nuestra economía azul y de nuestras comunidades costeras está profundamente ligado a cómo respondamos al cambio climático hoy.
La NDC establece una línea muy clara: si queremos proteger la pesca y la acuacultura, debemos proteger primero los ecosistemas que las sostienen. Por eso incorpora un enfoque de manejo y restauración de mares y costas, con medidas específicas para fortalecer la resiliencia de las comunidades costeras y garantizar que sus actividades económicas puedan adaptarse a un clima cambiante.
Esto incluye promover alternativas sostenibles, mejorar la infraestructura, y reconocer que la crisis climática no afecta a todas las regiones por igual: hay zonas donde la presión sobre los ecosistemas marinos ya es crítica.
Un punto clave para ustedes, las juventudes, es la importancia que la NDC da a la ciencia y el conocimiento. El documento subraya la necesidad de impulsar investigación permanente sobre el impacto del cambio climático en la pesca y la acuacultura, para identificar riesgos, oportunidades y medidas de adaptación realistas.
Esta es una invitación directa para que más jóvenes se formen en ciencias del mar, clima, ingeniería costera, economía azul, biología y manejo de recursos. El país necesita más voces jóvenes guiando estas decisiones.
La NDC también plantea algo que me parece profundamente transformador: la transición hacia una pesca sostenible, de bajo impacto, que incremente la resiliencia del sector y que genere co-beneficios ambientales para los ecosistemas costeros. Esto no sólo es una meta ambiental; es una oportunidad económica. Es la posibilidad de crear nuevos modelos productivos, nuevas cadenas de valor, nuevas formas de producir alimentos azules que sean justas, renovables y regenerativas.
Y hablando de regeneración, la NDC reconoce que la mejor defensa frente al cambio climático es la naturaleza misma. En su eje de adaptación, el documento destaca la conservación y restauración de ecosistemas —manglares, pastos marinos, dunas, arrecifes— como una estrategia central para la resiliencia del país. Estos ecosistemas amortiguan tormentas, protegen a las comunidades costeras, capturan carbono y sostienen pesquerías completas.
Restaurarlos no es sólo proteger biodiversidad: es proteger vidas humanas, proteger identidad y proteger seguridad alimentaria.
Además, esto contribuye a lograr otras metas nacionales establecidas por nuestra Presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, y nuestra Secretaria de Medio Ambiente, la Dra. Alicia Bárcena, como lo es el Plan Nacional de Restauración Ambiental 2025-2030.
Lo más valioso de esta NDC es que deja claro que no podemos hablar de adaptación sin hablar de justicia climática. Y en este tema, las juventudes han sido clave para que el país entienda que la acción climática no solo se trata de infraestructura o tecnología, sino de garantizar que las comunidades más vulneradas —indígenas, costeras, rurales— tengan voz, recursos y oportunidades.
Por eso, desde la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados —que tengo el honor de presidir— celebramos que esta NDC fortalezca la idea de que la adaptación debe ser integral.
No podemos abordar el cambio climático desde sectores aislados. Necesitamos conectar la pesca con la restauración de ecosistemas, con la gestión del riesgo, con la seguridad alimentaria y con la economía circular.
Y desde el Poder Legislativo, asumimos ese compromiso: avanzar en la actualización de la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables, para armonizarla con esta visión climática y garantizar que nuestras políticas públicas respondan a los retos de una nación bioceánica que necesita producir sin destruir.
Necesitamos transitar hacia un modelo donde el océano no sea un recurso a explotar, sino un aliado vivo que tenemos la responsabilidad de regenerar.
Y aquí quiero dirigirme directamente a ustedes.
La implementación de esta NDC es, en buena medida, una tarea generacional. La ciencia, la innovación, la participación social, el diseño de políticas públicas y la vigilancia de su cumplimiento dependen de la fuerza y la mirada de las juventudes. Dependen de su creatividad, de su inconformidad ante la injusticia, pero, sobre todo, de su capacidad de imaginar y proponer un país distinto.
Porque el océano no necesita heroínas ni héroes solitarios: necesita aliadas y aliados con claridad, convicción y compromiso. Y esa convicción está aquí. Hoy, al verles, sé que México cuenta con una generación dispuesta a defender sus ecosistemas con inteligencia, con esperanza y con acción colectiva.
Gracias por no soltar esta agenda. Gracias por sostener el futuro. Muchas gracias".

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