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viernes, 17 de noviembre de 2017

PERSONAJE / De la Marina a Policía Escolar

  • Perdió un sueldo elevado, perdió su juventud, perdió a dos hijos, pero no perdió el gozo de vivir y luchar, de servir como vigilante. Lleva nueve años en la misma escuela dando seguridad



Parece un roble física y emocionalmente, pero ha tenido momentos en que se ha doblado. Muchos lo ignoran. Cada día, sus manos abren las mochilas de alumnos, para ver que no lleven objetos peligrosos. Es por su bien. Los cuida. Es un policía escolar; pero antes fue policía estatal y miembro de la Marina Armada de México.

Sobre sus espaldas pesan 50 años de vida, de luchas, de alegrías y tristezas.

Parado sobre la calle Central de la colonia Potrero Mirador, frente a la escuela secundaria Moisés Saenz Garza, el hombre abre el portón del plantel, y al mismo tiempo abre el libro de su existencia. 
Y nos permite hojear unas cuantas páginas.

Se llama Jovito Morales Hernández. Es oriundo de Cacahoatán. Allí vivió con su madre a la que adoraba.

A ella le dio la satisfacción de ser un distinguido miembro de la Marina Armada de México. “Viajaba a diario de mi casa a Puerto Madero Chiapas (así se llamaba en ese tiempo).

Y antes que cambiara el nombre del lugar, cambió la historia de Jovito. Su madre falleció. Fue un golpe muy duro. Y el hijo dolido decidió emigrar.

Con la gran disciplina y el sentido de lealtad aprendidos en la Marina, Jovito se enroló en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Formó parte de la Policía Sectorial.

Eso hace 25 años, dice.

Durante 12 años dio lo mejor de sí a la corporación de seguridad pública. “Iba a diversos municipios, a desalojos”, explica.

Cuestionado sobre si no fue herido o no hubo bajas de sus compañeros, dice que no porque “había buenas estrategias”.

Ante la pregunta sobre su vida familiar, dice que es casado. Con cuatro hijos. El momento inesperado llega. Sin necesidad de preguntarle sobre cada uno de ellos, Jovito siente la necesidad de abrir el sello de su corazón. Siente que el volcán debe hacer erupción. Y narra el hecho que desgarró su corazón y lo hace sangrar de nuevo.

Su esposa y sus cuatro hijos fueron a bañar al caudaloso río Grijalva. El estaba trabajando, no pudo acompañarlos. Vivían en Tuxtla Gutiérrez y se les antojó ir a bañar.

Jovito Hernán Morales de 17 años, se metió y comenzó a tener problemas. Al ver a su hermano ahogándose, el menor, Hugo Isaac Morales, de 14 años, entró al rescate. Pero ambos fueron arrastrados por la corriente. Perecieron ahogados.

Jovito esconde el rostro al llegar a esta parte difícil de la narración. Es muy doloroso.

Ahora, considera que si bien su vida ha ido en decadencia, no se lamenta. Atrás quedó su juventud. Atrás quedaron sus épocas de gloria en la Marina y en la SSyPC, donde tenía buenos sueldos.

Atrás quedaron los recuerdos bellos de la familia completa.

Ahora, sin su juventud, sin sus sueldos dignos, sin sus hijos mayores, Jovito  levanta la cara y sigue de frente. No se queja.

Desde hace nueve años es un valioso policía de Proximidad. Aunque el suelo mensual (apoyo del Ayuntamiento ) es de solo mil 50 pesos, con lo que le da la escuela lo compensa.

Y hace un buen servicio.

Jovito es el encargado de aplicar un doble operativo mochila cada día en la escuela Moisés Saenz Garza. Luego recorre el plantel por dentro y por fuera, para dar seguridad a los niños y niñas.

Su trabajo es muy bien visto por alumnos, maestros y padres.


Jovito cierra el portón. El último alumno ha ingresado y la última mochila ha sido revisada. Cierra el libro de su existencia y las páginas que nos permitió ver. Mañana seguirá escribiendo otras historias.

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