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martes, 9 de enero de 2018

PERSONAJE / Tony, el “amigo de los bolis”

Los bolis que vende refrescan la garganta de las personas, pero su carisma y alegría desbordante mitigan la sed de afecto que los capitalinos padecen. Así, cual arroyo cristalino que ofrece imparcial sus límpidas aguas al errante peregrino, Tony va de calle en calle vendiendo su producto y regalando sonrisas.

Es feliz. Se nota a leguas. Lo muestra y demuestra. Su caminar es ágil, sus manos se aferran al “diablito” color azul, en cuya parte superior va amarrada una bocina. En la parte inferior, va la hielera, también azul, donde hay decenas de helados y bolis.

El hombre camina sobre la acera de la 2a Norte, sabe del peligro de ir sobre la calle. Es valiente, pero no temerario.

La gente voltea al oír la música a sus espaldas. Es la bocina que Tony lleva para anunciar su producto, pero lo hace de una manera peculiar. A la canción del grupo Bronco, “Sergio el bailador”, Tony adaptó la letra acorde con su mercancía.

“Ya llegó, ya llegó, el amigo de los bolis ya llegó”, se oye en la canción adaptada.
Tony se detiene al ser cuestionado sobre su trabajo.

-     ¿Usted hace los bolis?
-     Yeah.
-     ¿Y la letra de la canción usted la compuso?
-     Yeah.
-     ¿Y la música del teclado? Sonríe y señala hacia sí mismo. Es el autor también.

Un cliente le pide un bolis. Tony sonríe y mientras vende el bolis regala una palabra de afecto y una radiante sonrisa que hace olvidar la angustia o problema del momento.

Para Tony no es motivo de pena o subestima hacer bolis y venderlos por las calles de Tuxtla. Se siente orgulloso de su trabajo. Es un privilegio, dice, estar en contacto con la gente y poderle inyectar un poco de ánimo.

Así, mientras Tony prepara el bolis en casa, le pone agua saborizante, azúcar, pero sobre todo le añade el ingrediente “secreto” e infaltable: su carisma. Todo lo hace con alegría y amor.

Así prepara el bolis, así lo ofrece por las calles, así lo entrega, así lo cobra, así se retira.

Tras vender un producto en la 3a Oriente, Tony avanza por las calles, sonriente, entusiasta, canta, sonríe y levanta el dedo pulgar a quien topa en el camino para darle ánimo.

Un alumno del 1o. “F” de la Prevo, observa al vendedor,  escucha la ingeniosa canción y sonríe. Se lleva la mano a la bolsa del pantalón deportivo. Se le antojó un bolis, pero ya no lleva dinero.


En realidad quería detenerse a ver más de cerca al “amigo de los bolis”, que en realidad es amigo de los tuxtlecos. Sí, Tony Torres ve a todos como amigos, como hermanos, porque eso en realidad somos.

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