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lunes, 9 de abril de 2018

PERSONAJES / Nabor y Martín, héroes vivientes del Pañuelo Rojo

Nabor y Martín son dos sobrevivientes del grupo Pañuelo Rojo que hace 58 años logró la hazaña de conquistar el inexpugnable Cañón del Sumidero. Entrenaron 8 meses, lucharon 8 días, triunfaron el 8 de abril... fueron 8 valientes. Hoy tienen 80 años. Uno de ellos tiene 8 hijos.

El tiempo trajo arrugas en el rostro de Martín Perez Chamé, pero se detuvo en su mente. Así, sus ojos brillan con el mismo entusiasmo de aquel 8 de abril de 1960, cuando tenía 21 años y había conquistado el desafiante Cañón del Sumidero.

Sentado en primera fila, con su inseparable pañuelo rojo, Martín se aferra a la silla mientras se proyecta un cortometraje en el conocido restaurante donde con un desayuno y un diploma se reconoce a los héroes vivos y extintos del grupo Pañuelo Rojo.

“Ya no tengo donde poner los reconocimientos; son muchos en 58 años, pero nadie da nada. Solo el dueño del hotel Arecas y el ‘Matador’ es que nos han dado unos detalles”, diría en la película y en la entrevista el octogenario.


Nabor Vázquez Juárez difiere un poco de Martín. “Ese logro es un orgullo para mí, que lo llevo hasta muerte. Me gusta ser elogiado y reconocido”, afirma. El diploma, el desayuno, el cortometraje y un video llamado “héroes olvidados” en Youtube, hacen feliz a Nabor.

Mientras baja las gradas y enfila a las mesas donde degustará el desayuno bufete en su honor, Nabor, de 80 años, cuenta que tuvo ocho hijos y seis nietos. Sus ojos se ilumina al decir que fue muy emocionante la travesía. “Di todo lo que podía, hice todo lo que me indicaban, hicimos una promesa de colaborar íntegramente”, asegura.

La idea de conquistar el Cañón del Sumidero fue de Jorge Narváez Domínguez, Maximiliano y Salvador Hernández Castillejos, dice. el nombre del grupo se dio de manea espontánea. Mientras descansaban tras escalar, Jorge sacó un pañuelo rojo y se jugó el sudor de la frente. Luego Maximiliano hizo lo mismo. Al ver que casi todos llevaban paliacates  rojos dijeron: “Somos el grupo del pañuelo rojo”.

Iniciaron 20 en el grupo, pero se fueron 12 y quedaron solo 8. “Es que el entrenamiento era muy fuerte, los ejercicios demandantes, la disciplina estricta”, cuenta. 

Nabor tiene autoridad moral para decirle a los jóvenes de hoy que rehuyen el esfuerzo, que “dejen de ver tanto internet que roba tiempo, y la nociva atracción les quita lo más importante: la integridad física, mental, moral y espiritual, los valores de familia,  trabajo en unidad. Dejen los vicios, las drogas”, exhorta.

Al llegar al último escalón, Nabor asegura que no tuvo miedo en la travesía porque estaba preparado. “Al contrario, cada riesgo y emoción me estimulaba a seguir. En la vida alguna vez hay miedo, pero es natural y necesario, es instinto de conservación, pero no hay que dejar que nos aniquile”, remata.

Mientras da un sorbo a su jugo de naranja, Martín dice que recordar es volver a vivir. Y en su memoria están frescas las imágenes de hace 58 años.

“Entrenamos 8 meses, salimos el 31 de marzo.  Escalamos, caminamos descalzos, nadamos. El mayor obstáculo estuvo en la gran curva, había rápidos grandísimos y necesitamos tender un puente para pasar.  Rodolfo Castillejos era buen nadador; se puso aletas para nadar más rápido, ató un cable en su cintura y pasó.”

Tras disfrutar del desayuno bufet, Martín y Nabor salen del lugar. En el camino Martín revela que es jubilado… no se casó. Trabajaba como secretario auxiliar del magistrado en el Poder Judicial del Estado. Se conserva saludable haciendo 30 minutos de caminata matutina, de lunes a viernes, en el parque Madero. “A las 5:30 de la mañana, como lo hicimos durante ocho meses antes de la hazaña en 1960”, dice.

Aborda su taxi y se dirige a casa. Nabor hace lo propio. Pero antes emite también su mensaje a la juventud: “Que hagan deporte para no dar lugar a las drogas, que hagan algo bueno por ellos mismos y por Chiapas”, amonesta.

Sus palabras quedan plasmadas en esta nota y sus inspiradoras fotos quedan en el salón ubicado en la 4a Norte entre 4a y 5a Poniente de Tuxtla Gutiérrez. 

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