Mientras los reflectores se centran en los jaloneos, rebatingas y “chapulinazos” dentro de la política local, actualmente más del 70 por ciento del territorio chiapaneco atraviesa un grave periodo de sequía prolongada que afecta de manera directa a miles de productores y mantiene en riesgo el abastecimiento del vital líquido en al menos 12 municipios de la entidad.
De acuerdo al Monitor de Sequía del Sistema de Protección Civil Estatal, en lo que va del 2019 el 79.9 por ciento del territorio chiapaneco ha sido afectado por un déficit de precipitaciones, impactando de manera directa a un total de 111 municipios. Los efectos han provocado importantes disminuciones en afluentes y sequías sectorizadas en sistemas lagunares.
Los municipios que hoy registran sequía extrema son Juárez, Ocosingo, Reforma, Benemérito de las Américas y Marqués de Comillas. Mientras que aquellos con sequía severa son Amatán, Catazajá, Chilón, Ixtapangajoya, La Libertad, Palenque, Pichucalco, Salto del Agua, Sunuapa, Tumbalá, Yajalón y Maravilla Tenejapa.
Ante tal situación las autoridades locales han anunciado que se emitirán recomendaciones a los ayuntamientos para que reduzca la dotación del liquido de 10 a 15% y de 25 a 40% en los casos más severos. La medida afectará de manera directa a miles de habitantes que enfrentaran el desabasto de agua potable como parte de las primeras acciones de contingencia.
Hace unos meses las imágenes de los Lagos de Montebello con niveles de agua críticos y la laguna de Metzabok, en Ocosingo, completamente seca, pusieron nuevamente sobre la mesa de discusión una problemática latente que parece avanzar de manera silenciosa, entre el desinterés, la ineficacia y la omisión de autoridades ambientales que poco o nada han podido hacer para detener las consecuencias.
Y no es para menos. De acuerdo a datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en los últimos 20 años las máximas temperaturas promedio en Chiapas han registrado un incremento promedio de cuatro grados centígrados. Junto a Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, la entidad chiapaneca se ha colocado como uno de los estados con mayores temperaturas, rebasando constantemente los 40 grados centígrados.
No se trata de un asunto menor. Chiapas es uno de los estados del país que más bosques y selvas ha perdido durante las últimas décadas, con un promedio de 45 mil a 70 mil hectáreas al año, lo que acelera la emisión de bióxido de carbono a la atmósfera, aumenta el calentamiento y la vulnerabilidad de las poblaciones. Y las evidencias están a la vista de todos.
Hoy las consecuencia son evidentes. La contingencia ambiental por los numerosos incendios forestales en zonas rurales y los efectos denominados “islas de calor” en las áreas urbanas mantienen “en jaque” a miles de familias de Chiapas. Las condiciones se han vuelto críticas y con ello posible aplicación de medidas drásticas ha cobrado relevancia.
Resulta evidente que las leyes y autoridades ambientalistas han sido plenamente rebasadas. Se requiere hoy de un replanteamiento urgente a las medidas para reducir los efectos y resarcir, en lo posible, las afectaciones. Los tres niveles de gobierno deben sentarse a establecer un plan emergente que reduzca la contaminación urbana, reforeste la zonas afectadas, endurezca las penas judiciales y haga finalmente afectivos los castigos penales contra quienes dañen el medio ambiente. Es un tema de prioridad que no puede seguir esperando, pues el tiempo de agota… así las cosas.
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