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miércoles, 4 de diciembre de 2019

TUXTLA / REPORTAN VIOLACIÓN A BORDO DE UN COLECTIVO


* Policías acudieron prestos frente a la Prepa 1. Ahí estaba la unidad 5208, pero no estaba la parte agraviada.

"Acabo de tener una bronca", dice el joven mientras se aferra a la malla ciclónica y habla por teléfono. Da la espalda a sus compañeros chóferes, a la policía y a la madre de la jovencita que reportó al 911 "violación a bordo de un colectivo".
En su aflicción, el colectivero dejó mal estacionada su unidad tipo Urvan, con número económico 5208 y placas 398719-B. Quedó obstruyendo la rampa y espacio para discapacitados, sobre la Avenida Cecilio del Valle, frente a la Preparatoria número 1.
Es que una jovencita discutía con él. La riña verbal no quedó sólo en eso. La muchacha llamó al 911 y reportó ser víctima de violación sexual a bordo del colectivo.
Las patrullas policiacas enfilaron con sirena abierta y a toda velocidad al lugar referido. En el sitio (parada de la ruta 52) estaban dos unidades. La 5208, la implicada, con un joven que vestía playera roja y cabellos ondulados, enmarañados como sus pensamientos.
Una mujer que afirmaba ser la madre de la joven agraviada, señalaba con índice de fuego al angustiado joven chófer. Alrededor de ellos, policías estatales y municipales que esperaban el desenlace.
Los preparatorianos miraban llenos de curiosidad a los patrulleros, al acusado y a la acusadora. Para zafarse un rato de la asfixiante situación, el chófer caminó hacia un lado y llamó a su patrón: "Acabo de tener una bronca", dijo resumiendo su problema.
Aferrado a la malla ciclónica del parque deportivo de la colonia El Retiro, el joven daba la espalda a las personas, pero no podía evadir el problema real. La acusación era fuerte: se le sindicaba de haber violado a una jovencita y no solo eso.
Sin tener pruebas fehacientes, la parte acusadora sindicó al chofer de haber contagiado de ETS a la víctima. Es decir, la presunta violación habría ocurrido días atrás. Pero la afectada no se encontraba en el lugar para ratificar su denuncia.
Los policías, al ver que no tenía caso seguir en el lugar, se retiraron uno a uno. El chófer respiró. Solo quedaba descifrar el laberinto de la mujer acusadora. Ya sin el respaldo policíaco, la fémina se apartó unos metros y el joven de playera roja subió a su unidad y emprendió la huida.

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