Con la finalidad de enterrar el hacha de guerra y fumar la pipa de la paz, colonos de Plan Chiapas dialogaron con la contraparte que intentó desalojar con la fuerza pública a Víctor Manuel Solórzano de su vivienda. Parece que una luz comienza a vislumbrarse al final del túnel y la sangre no llegará al río.
Con una malla de por medio, los colonos dialogaron con el hijo de Manuel Paniagua, a quien los vecinos sindicaron de “estar acostumbrado a estar quitando los terrenos que vende”. El muchacho juró que su padre tiene escritura, a lo que los colonos repusieron que no puede ser (todos son invasores) y si la tiene es apócrifa.
Se acusaron mutuamente de haber realizado disparos intimidatorios. “A balazos no nos entendemos. Y si tú eres cabrón, puede llegar otro más cabrón”, dijo el muchacho a Arturo. Y los invitó a reflexionar que la violencia no es el camino. “Por eso venimos a hablar”, le contestó su interlocutor.
Y cuando parecía que la discusión llegaría a un punto álgido, por fin llegó la cordura. “El punto es llegar a un acuerdo”, propuso Arturo y el muchacho se mostró accesible. “Voy a hablar con mi familia”, aseguró.
Los colonos proponen que los Paniagua dejen en paz a Víctor Solórzano. Ofrecieron construir una barda que delimite el sitio entre ambas partes. Mañana se definirá la respuesta.
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