TUXTLA | Más de 5000 sonrieron en el ZooMAT

Este "martes del pueblo" la entrada fue gratis. Miles acudieron al templo sagrado, donde flora y fauna convergen para hacer felices a los visitantes.

"Smile" decía en la cangurera que la mujer llevaba ajustada a su cintura, mientras abrazaba a su bebé y jalaba a su hija de la mano, acompañada de su esposo.Sonrieron desde la entrada hasta la salida, todo el recorrido del ZooMAT. Este "martes del pueblo" la entrada fue gratis. Como esta familia, más de 5000 personas acudieron al templo sagrado, donde flora y fauna convergen para hacer felices a los visitantes.

Algunos llegaron un poco estresados, pero luego la mueca de enfado se tornó en sonrisa. Sonrieron al ver los graciosos monos arañas y los ruidosos saraguatos. Sonrieron al ver el enorme cocodrilo asoleándose. Sonrieron al enterarse que los cocodrilos permanecen quietos y con el hocico abierto para controlar su temperatura. El instructor les explicó que pasan mucho tiempo bajo el sol y envían el calor al resto del cuerpo, pero cuando están con la temperatura elevada, se meten al agua o bien abren el hocico por donde liberan el exceso de calor. Muchos no lo sabían y al enterarse sonrieron.

Sonrieron al ver los loros cabeza amarilla, cabeza blanca y al observar y escuchar a las ruidosas guacamayas que con sus graznidos daban la bienvenida a los miles de visitantes. Sonrieron al saber que la entrada era gratuita, aunque uno que otro que no llevó credencial del INE, su CURP o la credencial de estudiantes, tuvieron que pagar la entrada.

Sonrieron al compartir el alimento y la bebida sentados en las bancas de concreto y comer en las mesas de cemento, bajo la fresca sombra de los árboles mesidos al compás del viento. Gilberto aprovechó el momento para tomar una siesta en el lugar, idóneo para relajarse del afán laboral. Sonrieron cuando al entrar al espacio de los insectos, mientras un padre de familia observaba aterrado las tarántulas, una cucaracha que estaba libre subió por un pie y saltó asustado; gritó, todos sonrieron por el momento chusco, aunque el hombre se llevó el susto de su vida... pensó que era un insecto venenoso.

También sonrieron cuando en el mismo espacio de insectos alguien quiso acariciar el cristal y se dio cuenta que era una hoja de papel, alguien lo había roto antes y sellaron el espacio provisionalmente. Fue algo chusco que desató la sonrisa de varios. Aunque no motivó su sonrisa, una joven, antes de ingresar al espacio de los insectos, aprendió que la chinche de chagas es llamada la chinche besucona, porque aprovecha cuando la persona está recostada en la hamaca o en la cama y se acerca para besar los labios y dejar la infección que a la postre puede causar un grave problema de salud.

Sonrieron al entrar al museo donde el enorme cocodrilo, el jaguar y otros animales disecados engalanan el lugar. Sonrieron al poder acariciar la piel de la foca de Guadalupe, la única especie que puede ser tocada dentro del museo. La piel suave y grande hizo sonreír a varios. Sonrieron al poder observar al puma, al jaguar, al ocelote, a los venados cola blanca alimentándose o caminando. No dudaron en grabar videos y tomar fotos. 

Al final sonrieron cuando en el puente de hamacas un bebé gritaba aterrado porque su hermana saltaba y movía el puente adrede. Sonrieron al ver que una madre tomaba de la playera a su pequeño hijo que también temblaba de miedo mientras avanzaban.

Sonrieron al salir y ver que no había mucha fila para comprar raspados; el preferido fue de vainilla con plátano, aunque otros pidieron de chamoy y de limón. El que pocos elegían por ser caro, fue el "beso de ángel" y "diablito", en 45 pesos. 

Regresaron a casa sonrientes. Sí, la vida es para disfrutarse y el recorrido por el ZooMAT es un disfrute. Arrancó sonrisas a las más de 5000 personas que se dieron cita este día. El martes pasado fueron 6000. Sonríe, la vida es linda.