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jueves, 21 de septiembre de 2017

CRÓNICA / De ratero a rescatista

“Sí, soy ratero, pero vengo a ayudar”, dice un joven al ser reconocido por otro voluntario. El pillo no fue molestado más y continuó regalando agua y ofreciéndose para meterse en los escombros
La tragedia del sismo que sacudió a la Ciudad de México ablandó sentimientos y despertó el altruismo… hasta de los criminales.
Ayer, durante las tareas de rescate en la fábrica de Chimalpopoca, en la colonia Obrera, un delincuente decidió dejar para otro momento su actividad  y en su lugar convertirse en un voluntario y rescatista.
Eran las 11:00 horas cuando el hombre de unos 20 años llegó al deportivo del parque Gilberto Owen a regalar agua; sin embargo, fue reconocido y señalado por otro voluntario que acomodaba los víveres y donaciones en el centro de acopio.
—Él no, él no… a él no lo dejen entrar —gritó el joven enfundado en un chaleco fluorescente, quien identificó al ladrón apenas y lo observó afuera del deportivo.
—Él es ratero, es el que roba en el Centro —agregó al mismo tiempo en el que volteaban sus compañeros voluntarios.
De inmediato el delincuente, quien empujaba un triciclo en el que llevaba tres botes de agua de jamaica, horchata y sandía, volteó y le respondió en tono molesto: “Al chile, sí soy ratero, pero vengo ayudar y no a chingar como tú”.
Nadie soltó palabra alguna en el centro de acopio y continuaron las tareas de separación. El pillo ofreció agua a todo al que se topaba y después de regalar algunas bolsas con agua a las personas que se encontraban en el lugar, se marchó a la zona donde se colapsó la fábrica de ropa.
Ahí, al ver como elementos de Protección Civil, militares, policías y civiles batallaban para remover grandes trozos de cemento, acomodó su diablito donde no estorbara y se lanzó a ayudarlos. Se ofreció a introducirse en los escombros, “estoy flaco, estoy flaco”, para intentar sacar a sobrevivientes.
En la fábrica de Chimalpopoca se observó a militares, policías federales, elementos de Protección Civil y cientos de ciudadanos retirando escombro en cubetas, carretillas, carritos del súper, con sábanas…  Todo era un trabajo coordinado.
Durante todo el día intentaron rescatar personas o cuerpos, pero, hasta el cierre de esta edición, no lo habían conseguido. Sin embargo, los ánimos no mermaron y las voces de aliento los impulsaban a trabajar más duro, puesto que tenían información de que debajo de los escombros había dos personas con vida y tenían conocimiento de la existencia de seis más debajo de las ruinas.
Por eso los gritos de aliento para los rescatistas… “Sí se puede, vamos… ya estamos cerca”.
Eran las 20:00 horas y continuaban las obras de rescate sin éxito. Al lugar arribó maquinaria pesada, de las llamadas “mano de chango”, grúas, plantas de luz y camiones Torton, para agilizar la búsqueda. (Vía La Crónica)


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