El hombre atrae, pero también asusta. Su aspecto es aterrador: Ojos colgando, “tripas” de fuera, sangre en la ropa. Pero mientras unos corren, una niña se acerca confiada y le da un beso. Todos se asustan aún más por este acto.
El hombre llegó a la colonia El Salvador, para hacer su “show”, dice. No vende nada. Solo está parado en la calle, ataviado como un zombie.
Un machete “clavado” en la cabeza, sangre en la boca, frente, ropa, así como varios mini cráneos colgando de su cuello le hacen ver grotesco.
Unos ríen, pero otros corren asustados. Una madre se detiene. La niña que va con ella se siente atraída por el personaje.
La madre se desconcierta y reta a su hija a darle aun beso al monstruo de mentiras. La niña no lo piensa dos veces, corre hacia el hombre alto y le da un beso en la mejilla.
Y eso desconcierta a todos.
La niña sabe que el hombre solo está caracterizado. Pero sabe también que hay mucha maldad y que en la vida real hay hombres sanguinarios, violentos, que roban, violan, secuestran y matan. Y a esos no se acerca ni en pintura. Esos no son dignos de recibir un beso, sino un castigo ejemplar.
La niña se va. El zombie hace lo propio poco después. El show terminó, pero la vida real sigue con su estela de violencia e inseguridad.
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Comprometidos con la verdad, listos para ser oídos, ojos y boca de la sociedad. Espacio para señalar lo malo y reconocer lo bueno.
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