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domingo, 28 de enero de 2018

TUXTLA / Seguridad y nostalgia frente a ex Cine Chiapas

“Te doy cinco minutos para que te pintes de colores”, le dice el policía al hombre de apariencia sospechosa que fuma nervioso. El oficial es un moto patrullero que se detuvo para vigilar la zona. El desconocido, un cliente que acaba de salir de la tienda de conveniencia de enfrente. Ambos dialogan frente a lo que un día fue el Cine Chiapas 70.

La motopatrulla se detiene y el agente de la Policía Estatal Preventiva desciende. Es el agente Israel. “Vamos a dar el apoyo a los comercios aledaños y a los peatones”, explica al reportero.

El oficial de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana mira hacia la Avenida Central y da la espalda a las láminas de zinc que encierran los escombros de lo que un día fue el Cine Chiapas 70.

Años de historia y de nostalgia han sido derribados hace una semana. Adentro, hay vigilantes privados que resguardan la maquinaria y las herramientas de los obreros. Afuera, poco tránsito vehicular y peatonal.

Los ojos atentos del policía detectan a un hombre que sale de la tienda de conveniencia ubicada enfrente, entre la 3ª y 4ª Poniente de Tuxtla Gutiérrez.

El hombre desconocido fuma, permanece de pie, con la vista clavada en el cerco de lámina.

“Este se me hace sospechoso, ha de ser de los vándalos que se reunían aquí hasta hace poco, vino a ver su guarida destruida”, dice el policía sin quitarle la vista de encima.

Mientras uno fuma y el otro vigila, el agente Israel retrocede a la década de los 70, cuando fue inaugurado el Cine Chiapas.

“Tuvo épocas de gloria. Era de lo mejor en su tiempo. Sus butacas de lujo, fueron las pioneras con su porta vasos. Cuántos recuerdos”, dice y suspira.

Allí se congregaban cientos, para ver las películas de “El Santo contra las momias de Guanajuato”. Allí varios lloraron con “La ley del Monte”, recuerda el agente.

Por su mente desfilan imágenes que lo hacen estremecer. “Allí comenzó la permanencia voluntaria. Pagabas una vez y te quedabas el tiempo que quisieras. Primero era un peso. Luego ya cobraban 5 pesos. Una monedota de las grandes”, añade sonriente.

En su sentido relato evocador, el oficial Israel cuenta que fueron 20 años de auge de dicho cine, hasta que llegaron cadenas nacionales que comenzaron a menoscabarlo. Los cinéfilos se fueron a otras salas y las butacas antes modernas se tornaron obsoletas.

Y hace unos 10 años, la cortina metálica del Cine Chiapas se cerró definitivamente. Las butacas fueron rematadas al mejor postor.

“A partir de ahí el sitio fue dormitorio de indigentes y guarida de alimañas, en el sentido figurado y literal”, puntualiza. Era un sitio copado de ratas, de insectos y de hombres y mujeres que llegaban a drogarse.

Uno de los últimos en dar utilidad a un pequeño espacio  de ese sitio fueron unos artesanos que exhibían un jaguar negro disecado.

Ahora, solo hay escombros y nostalgia. Y el hombre de enfrente sigue fumando, mirando hacia el cerco. De repente se acerca al policía.

-“¡Qué mi poli, ya no hay nada que cuidar!

- No, sí hay mucho que cuidar. Por aquí andan muchas ratas de dos patas aún – Responde serio el agente Israel.

- ¿Y qué van hacer aquí pues, por qué la urgencia de tirar esta cosa? -Insiste el desconocido

- Lo que vayan hacer no lo sé, pero sí sé que varios tenían aquí su nido y como que andan rondando a ver  que indagan. Y presiento que eres uno de ellos. Así que te doy cinco minutos para 
que te pintes de colores.
Al ver el tono serio y firme en la voz del agente Israel, el hombre se marcha.

Al ver todo en calma el oficial se retira para seguir su patrullaje de rutina. Dio vigilancia a comercios y peatones por unos minutos, y además hizo un rápido viaje al pasado.

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