CALVARIUM / Colectivero drogado quemó la casa de su abuela; acaba de salir de El Amate.

Daniel salió hace poco de “El Amate”, destrozó la casita y también el corazón de su abuela madre. El joven conduce a diario un colectivo de la ruta 25, pero no ha sabido manejar su problema con las drogas, que está destruyendo su vida, su hogar y ahora terminó con la humilde morada de su familia. Fue detenido.

Los policías municipales y agentes de Tránsito Municipal corrieron a tomar extintores en la planta de gas ubicada sobre el libramiento Sur y 6ª Poniente de Tuxtla Gutiérrez.  Un incendio en el predio aledaño amenazaba con extenderse a los tanques cercanos.

El problema mayor estaba al otro lado de la barda, sobre el callejón entre la 7ª y 8ª Poniente, atrás de una tienda de conveniencia.

Sentado en una esquina estaba Daniel, el pirómano. Los vecinos habían huido al ser apedreados por el hombre que estaba fuera de sí. También había lanzado piedras a su esposa e hijos, dicen.

La unidad 15 de Bomberos llegó para sofocar las llamas y molesto Daniel arrojó una piedra al comandante de los “traga humo”. No quería que estropearan sus malévolos planes. En todo momento su madre abuela estuvo con él, amándolo y protegiéndolo a pesar de su craso error al quemar la casita de barro y techo de teja.

Manuel González Pérez, de 96 años, quiso entrar a la casa para rescatar sus cosas. Apenas logró sacar un cilindro con 20 kilos de gas y un poco de ropa.

Al ver el cilindro en la calle, Daniel lo tomó, abrió la llave y con él roció a los vecinos que agarraron a Manuela.”Solo queríamos evitar que se metiera la viejita, porque estaba desesperada”, dijeron los vecinos.

Explicaron que Daniel fue criado por Manuela desde pequeño. Su padre. Adolfo, es militar y lo dejó con su madre. Daniel se casó y tuvo hijos. Conduce un colectivo de la ruta 25 en Tuxtla Gutiérrez. Pero se droga con frecuencia, aseguran quienes lo conocen.

Esta vez, bajo el influjo del enervante, quemó su casita que fue pérdida total.  También provocó el incendio en el predio aledaño a la planta de gas. Por esos delitos fue sometido a duras penas entre seis policías y remitido a la autoridad competente.

Aunque llorosa por ver su casita en ruinas y con el corazón destrozado porque su hijo fue detenido, Manuela, de 96 años, ya perdonó a Daniel, y espera el momento de que esté libre para abrazarlo con amor, aunque él se empeñe en hacerla sufrir.