PERSONAJE / Maestro forjado, y forjador, en crisol del deber - El Centinela MX

NOTICIAS

Post Top Ad

¿Te interesa uno de nuestros espacios?

Post Top Ad

Anuncios

lunes, 14 de mayo de 2018

PERSONAJE / Maestro forjado, y forjador, en crisol del deber

Como alumno evoca a sus grandes maestros. Como maestro recuerda a muchas generaciones forjadas en el crisol del estudio. Con disciplina, esfuerzo, entrega y perseverancia, Francisco Chávez Quiñones fundó varias escuelas en Chiapas. Ahora es jubilado, padre, abuelo, cronista, escritor y político. 

Rodeados de hermosas maceteras con plantas verdes que dan oxígeno y paz, la entrevista se desarrolla en el patio de la casa marcada con el número 13, sobre la avenida Fray Víctor María Flores de la colonia Magisterial, en Tuxtla Gutiérrez. “No soy supersticioso”, dice el maestro Francisco Chávez Quiñones.

A la pregunta sobre su jubilación, el docente retirado suspira, mira al cielo, sonríe, pero con un dejo de tristeza su alma nítida deja traslucir a través de las ventanas del alma su fugaz pesar. Y su labio lo confirma. “Sentí nostalgia”, afirma.

Es que le hicieron una despedida en su escuela, con un programa. “Sentí un nudo en la garganta”, confiesa honesto y  vuelve a sonreír para matizar su tristeza.

El adiós fue un 15 de mayo del 2000. El documento oficial fue entregado por el gobernador Roberto Albores Guillén antes de irse. Hoy hace exactamente 18 años de eso.

La primera escuela donde Francisco estuvo al frente de grupo fue la secundaria Adolfo López Mateos. “Me dio tristeza ver que la derribaron”, dice y otra nube sombría pasa por sus ojos. Pero el sol del entusiasmo reaparece y añade jubiloso: “Fundé varias escuelas”.

En la lista aparecen la escuela secundaria de los Trabajadores, la escuela secundaria Moisés Saenz Garza, en la colonia Potrero Mirador.  “La subida era difícil cuando llovía. Subíamos como alpinistas, apoyados con un palo. Los autos no subían”, narra acompañando su relato con una carcajada. La Preparatoria número 3 de Copoya fue otra escuela fundada por Chávez Quiñones.

Tras lograr un ascenso e irse a Revolución Mexicana, Francisco decidió retirarse. “No lo pensé mucho. Les digo a mis compañeros que no se van, que ya hay que salir, dar paso a nuevas generaciones”, enfatiza.

El se jubiló en la secundaria Joaquín Miguel Gutiérrez. El mentor reconoce que muchos no se van por cuestiones económicas, porque baja el sueldo. Otros temen que al estar inactivos se enfermen o mueran.

Francisco Chávez Quiñones estudió en la Escuela Normal del Icach, en la 2a Sur y 6a Oriente de Tuxtla. Luego tomó la especialidad en Español. Impartía Gramática, Lectura y Redacción. “Me gusta escribir poemas, cuentos. Soy cronista”, detalla.

Actualmente escribe sobre los 50 años de la colonia magisterial, en artículos para periódicos y revistas.

Una forma de estar activo, tras jubilarse, fue la política. Fue candidato a diputado por el Partido Social Demócrata (PSD). Compitió contra Ariel Gómez “El Chunco". En 2014, Chávez Quiñones trabajó para sentar las bases del Partido Morena en Chiapas.  Se logró el registro.

Francisco conoció el amor mientras estudiaba el último año de la Normal en la Icach. Se enamoró de Carmen Mejía, con quien se casó en septiembre de 1968, tras cinco años de noviazgo.

Su luna de miel fue en la Ciudad de México (Villa Olímpica). A su regreso se produjo la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre, justo cuando estrenaba su casa donde vive actualmente.

Así de inolvidable como el 2 de octubre, es para Francisco la relación irrompible con sus compañeros de generación, entre quienes destaca por su especial afecto la maestra María Morales, directora de este rotativo y jubilada tras dar clases en la escuela Eliseo Palacios. “Éramos como 30, ya quedamos pocos. Nos vemos en su cumpleaños o el mío”, dice.

Ese grupo fue privilegiado al tener maestros notables, cultos, que a la postre algunos fueron reconocidos con el premio Chiapas, “como Armando Duvalier, Luis Alaminos, Eliseo Mellanes, Andrés Fábregas”, dice Chávez Quiñones.

La mente de Francisco vuela al pasado y ve los jabones “Jardines de California” o “Palmolive” que regalaban a su maestro cada 15 de mayo, él y sus compañeros. “Lo envolvíamos con papel de China, casi todos dábamos lo mismo y nadie llevaba la toalla”, dice y suelta la carcajada de nuevo.

Siendo maestro, sus alumnos  le daban de todo: discos LP, caja de pañuelos, talco y… jabón (pero de caja con tres piezas, agrega sonriente).

“Antes, el 15 de mayo se hacía un programa en la radio XEON, llegaban alumnos, decían de qué escuela eran y daban el saludo a su maestro; eso se perdió”, dice agachando el rostro.

Cuestionado sobre un maestro que lo haya marcado en su niñez, revela que fue el profesor Jorge Araujo, de Copainalá, en cuarto grado. “Era estricto, pero tenía una forma especial de dar la clase de historia; lo actuaba”.

Su esposa Carmen Mejía aparece con un rico bocadillo y jugo de fruta con poca azúcar. Cuida la salud física y emocional de su esposo, con quien han procreado a dos hijos y éstos les regalaron cuatro nietos.

“La mayor tiene 19 años, estudia Derecho. El más chico va en 6o grado. Les inculco la lectura. Casi todo es ya por internet, pero luego de la tarea se quedan en otra cosa y no me parece. Pero la tecnología nos dejó y hay que adaptarse al siglo XXI. Los llevo al museo, que aprendan historia local”, dice quien trata de ser un maestro para sus nietos.

La vista de Francisco se posa en la bóveda celeste de nuevo a medida que la charla se acerca al final, lo que invita a meditar sobre el inexorable final del ciclo vital.

“Me siento en paz, me cuido, pero en cualquier momento puede sobrevenir algo inesperado”. Tras una breve pausa sonríe de nuevo con el dejo de tristeza y suelta el colofón de la entrevista y del poema de Amado Nervo: “Se fue la vida, como dice el poeta; ‘¡Vida nada me debes! ¡Vida estamos en paz!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Top Ad

anuncios 2