El supuesto cierre de la librería del Fondo de Cultura Económica (FCE), administrado por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), y la serie de excusas consecuentes para justificar su cambio de régimen han sacado a flote un cúmulo de dudas y sospechas sobre la realidad financiera de dicho negocio universitario.
Fue al pasado 20 de agosto cuando, mediante su espacio periodístico de opinión, el catedrático e investigador Sarelly Martínez dio a conocer las supuestas intenciones de la UNACH para cerrar la Librería José Emilio Pacheco del FCE. Aseguró que los motivos de dicha decisión tenían que ver con las pérdidas económicas que la universidad reporta para mantener abierta esa librería.
La reacción de indignación y rechazo en las redes sociales fue inmediata. La llegada del Fondo de Cultura Económica a Chiapas había esperado demasiado y su permanencia en estas tierras sólo habría durado cuatro años tras su inauguración en 2014. Su consolidación como centro cultural de fomento a la literatura aún está en proceso y cerrar sus puertas significaría un duro golpe.
Por eso, de inmediato, el director de la Librería José Emilio Pacheco, José Luis Ruiz Abreu, salió a intentar aclarar el escándalo desatado dentro de las redes sociales. Su explicación desmintió la desaparición o cierre de la librería, pero confirmó la inminente salida del Fondo de Cultura Económica para dar paso a un nuevo régimen de negocios en este espacio universitario.
Ruiz Abreu detalló que ya existen “acercamientos de negociación” el grupo editorial Rodrigo Porrúa para rentarles el espacio e instalar ahí una de sus librerías. Porrúa estaría dispuesto a pagar 50 mil pesos de renta y se comprometería a dar mantenimiento constante al edificio donde permanecería funcionando el espacio cultural de la UNACH… Y rápidamente las dudas comenzaron a generarse.
¿En realidad la librería del Fondo de Cultura Económica en Tuxtla Gutiérrez no era un negocio autosustentable? ¿Se necesitaba de verdad un cambio de régimen financiero para este espacio? A todo esto las evidencias y argumentos lucen verdaderamente contradictorios.
A decir del propio José Luis Ruiz Abreu, la Librería José Emilio Pacheco se ubica actualmente como la segunda librería del FCE con mayores ventas a nivel nacional. Es, junto a la librería de la Ciudad de México, la que mayores ingresos genera. No es gratuito que el Grupo Porrúa esté dispuesto a invertir un monto superior a los 80 o 100 mil pesos mensuales para el pago de renta, sueldo de empleados, servicios y mantenimiento.
Resulta evidente entonces que la librería genera actualmente ingresos por encima de los 80 mil pesos mensuales para considerarse un negocio redituable, atractivo para inversionistas como el Grupo Porrúa. De esta forma, sí la librería actualmente genera sólo gastos en pago de empleados y mantenimiento ¿Cuál es la necesidad de someterla a un nuevo régimen más ambicioso económicamente, incluso a costa del convenio con el FCE?
La respuesta aún es incierta, pero bastante sospechosa. A diferencia de otras librerías en México, el Fondo de Cultura Económica tiene justamente un objetivo “sin fines de lucro” para promover la ciencia, la cultura y las artes, mediante un financiamiento parcialmente estatal, que permite editar y comercializar libros de gran valor literario a costos populares. El FCE no es cualquier librería, tiene una vocación de carácter social con más 10 mil obras editadas a disposición de los mexicanos. Pero eso no parece ser un negocio suficientemente redituable para quienes hoy administran la UNACH.
El controversial historial de José Luis Ruiz Abreu y los múltiples señalamientos a su paso por la administración pública, la vida académica y el servicios universitario abren espacio a las sospechas más profundas. Se trata de una situación que requiere de explicaciones menos superficiales, de transparencia universitaria que haga públicos los ingresos de la librería y detalle a precisión en qué se ha gastado cada peso ingresado, antes de engordar aún más el negocio, hasta ahora bastante discrecional… así las cosas.
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