TUXTLA / Acaba fiesta por 126 aniversario

• Tuxtlecos y “Tuxtlequitas”  se dieron cita en el parque de la Marimba para bailar, suspirar por el Tuxtla de ayer y reír con las ocurrencias de Linda y Lola.

Tuxtlecos y “Tuxtlequitas”  se dieron cita en el parque de la Marimba para bailar, suspirar por el Tuxtla de ayer y reír con las ocurrencias de Linda y Lola. El colectivo “La Bella Tuxtla” organizó lo que fue el cierre de los festejos por el 126 aniversario de Tuxtla Gutiérrez como capital del estado de Chiapas.

“Ja, miralo vos Lola, si ansina de buena se puso Tuxtla a los 126 años tengamos esperanza que a los 100 nos pongamos mejor”, dice Linda ataviada con su traje de Tuxtlequita y parada en el kiosco del parque de la Marimba.

Los presentes, la mayoría de la tercera edad, sueltan la carcajada celebrando cada puntada y ocurrencia de Linda y Lola, que dice que para estar joven a sus 70 se pone mascarilla de mistela. “El poquito que chorrea de mi cara es que lo tomo”, dice haciendo reír a los presentes.

La participación de las mujeres tiene tiempo durante la pausa musical de la marimba. Pocos jóvenes en el lugar. Es mediodía y el sol cae a plomo.

Las calles lucen cerradas y solitarias desde la 1a a la 10a Poniente sobre la Avenida Central de Tuxtla Gutiérrez. Es la Vía Recreativa que coincide con el cumpleaños 126 de la capital chiapaneca.

Pocos peatones y tres ciclistas que prefieren empujar su biciclo. Roberto y su compañero de la asociación civil Bicimuévete, pasean de un lado a otro en busca de ciclistas a quienes prestarle el transporte, pero no hayan a ninguno. La canícula sigue pegando fuerte.

Los agentes de Tránsito Municipal que dejaron su patrulla atravesada sobre la 1a Sur y 8a Poniente, revisan redes sociales. No se percibe el espíritu de fiesta que se esperaba. El calor, la crisis económica, pero sobre todo la apatía, parecen eclipsar el 126 aniversario de Tuxtla capital.

Y mientras todos huyen a la sombra por el fulminante sol, la estatua “La Libertad” (de 1926) soporta los rayos del sol que está en su cenit. Fue colocada 24 horas antes. El sol y la lluvia le hacen poco daño, pero la mano del hombre, esa que décadas atrás la cercenó por una manifestación, puede enviarla de nuevo a la sombra del anonimato. Es ironía. El hombre busca la libertad y termina preso en las cadenas de la indiferencia.