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martes, 23 de octubre de 2018

COPOYA / Penoso regreso de vírgenes a 40 grados

  • De los 150 que estuvieron en la “bajada”, solo unos 80 realizaron la “subida”. El calor, el cansancio y las actividades cotidianas menguaron el grupo. No era así al inicio de la tradición que lleva más de 200 años de celebrarse.




La bajada fue más alegre y con más personas. La subida fue con menos participantes, pero con la misma alegría. Es que el intenso calor, el cansancio y las actividades del día menguaron el grupo. Tránsito Municipal apoyó en las tareas de abanderamiento a los feligreses que acompañaron el retorno de las Vírgenes del Rosario Copoyita, la Candelaria y Santa Teresita de Jesús.

La primera bajada fue el 30 de enero, en un ambiente festivo. Ese día estuvo nublado e hicieron el recorrido unas 150 personas; no hubo apoyo de Tránsito Municipal. La subida fue el 18 de marzo, días antes del inicio de la primavera. El sol quemó a más de 40 grados, fueron unas 110 personas las que hicieron el recorrido y sí hubo apoyo de los agentes de Vialidad de Tuxtla Gutiérrez.

Esta vez, tras permanecer en el valle de Tuxtla, las tres vírgenes retornaron a su nicho, envueltas en petates, con flores y en vez de hojas de Chucamay, esta vez hubo muchas flores de muertos. es que se avecina el día de los fieles difuntos. Unas 80 personas acompañado la procesión.

Un joven sostenía los pocos cohetes en su mano derecha. Los administraba para quemarlos al entrar a Copoya. Cada vez hay menos recursos económicos, así como participantes. No era así al inicio de la tradición que lleva más de 200 años de celebrarse. Se va perdiendo la identidad e intensidad.

Alrededor de las 11:30, el grupo de feligreses llegó al libramiento Sur y Carretera a Villaflores. Metros antes, algunos hicieron un alto para comprar un fresco pozol. El calor y la sed eran intensos. Los tragos de tequila en la mini jicarita no les apaciguaba la imperiosa necesidad de algo fresco.

La tímida música de tambor y carrizo trataba de inyectar  fuerzas a los cansados viajeros, que con el rostro enrojecido, los labios resecos y pies doloridos por la mitad del viaje. avanzaban lentamente.

Un anciano se detuvo. Varios corrieron a su lado para tratar de quitarle la carga. El no lo permitió. Solo se acomodó el mecapal  y prosiguió. Un joven al frente del grupo mostraba serenidad y fortaleza. Se encontraban dos generaciones: la de la vieja guardia y la nueva. Y juntos avanzaron por la subida, esa que ahuyentó a cientos, pero motivó a decenas. La crisis prueba el carácter y muchos no pasaron esta vez el crisol de la prueba.

Tras el penoso ascenso, finalmente llegaron a la casa de Francisco Sánchez (el presidente de festejos. Este es su último año al frente), marcada con el número 353, en la esquina de la 6a Sur y 3a Poniente de Copoya, las virgencitas fueron bajadas con solemnidad, retiraron las flores y las colocaron en las vitrinas de vidrio de donde fueron sacadas a principio de año.

Durante su estancia en el valle capitalino, tras la bajada, las virgencitas estuvieron en Plan de Ayala, Loma Bonita, Terán, Tuxtla.

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