CENTRO / Le abre la cabeza con navaja a su mujer

• Aun así, la agraviada no quiso demandar a su cónyuge  por “amor”. Lo perdonó, aun a sabiendas de que la agresión puede repetirse, y peor.

Un hombre agredió con arma blanca a su pareja, molesto porque no tenía trabajo. Aunque le abrió el cráneo con la navaja, ella no quiso demandarlo. Aun así, el agresor fue detenido por una falta administrativa.

Su nombre es bíblico (Ismael de Jesús), pero su carácter es demoníaco. De la aparente calma, el mar tempestuoso de sus emociones se torna amenazador y ruge airado.

María Antonia Jiménez Juárez (35 años), es la pareja quien sufre los embates verbales y físicos de Ismael, de 46 años. Este jueves por la mañana, el hombre agredió a su cónyuge, pero fue más lejos. Tomó un arma blanca y con ella hirió en el cráneo a su mujer.

Al ver que la sangre brotaba de la herida, el hombre se mostró “arrepentido”. Los vecinos pidieron la ambulancia y la patrulla. El agresor lo sabía y pensó pronto.

En lo que la unidad de emergencia salía de la base de la Cruz Roja (5a Norte y 14 Poniente), en la casa ubicada sobre la 5a Poniente entre 8a y 9a Norte, de Tuxtla Gutiérrez, el agresor se apuró para convencer a María de que “no volvería a pasar”. Y ella le creyó.

Los paramédicos de la benemérita institución curaron la herida, pero necesitaba sutura. Por ello convencieron a la fémina de que se fuera a la clínica con ellos. Antes de irse, los policías preguntaron a la agraviada si deseaba proceder contra el agresor.

María miró a Ismael,  éste le hizo la seña de “perdón” con las manos y ella movió la cabeza. “No, no voy a proceder. No quiero que lo lleven”, dijo.

Sin embargo la patrulla PCC-534 de la Policía Municipal, al mando del comandante Emmanuel de Jesús, como primer respondiente, no se retiró vacía. Se llevó al agresor por una falta administrativa.

Por esta vez se libró de la muerte María, y libró el penal “El Amate”, Ismael. A la siguiente, alguno puede ser que no la libre. Eso le sugirieron a María, que procediera y dejara al agresor, porque el daño se repite, pero ella no quiso hacerlo.