CHIAPAS / CAROLINA FUE VIOLADA. EXIGE, MERECE JUSTICIA

 

-      - ¡Solo pido justicia!

Daniel exige justicia con voz quebrada, recargado contra el barandal de fierro, afuera del hospital Gilberto Gómez Maza. Adentro, su hija Carolina, de 18 años, recibe atención médica. Tiene fuertes golpes en el rostro y cuerpo que ojalá no dejen secuelas. Pero el daño emocional sufrido por la violación sexual de que fue víctima, difícilmente será subsanado.

 

La entrevista con Daniel se realiza en la calle, de noche. Carolina, de 18 años, recién acaba de ingresar al nosocomio ubicado sobre el bulevar Centenario del Ejército Mexicano. Frente al hospital, hay una oficina cerrada del Poder Judicial. Daniel, su hija y su familia llevan tres días buscando, exigiendo una sola cosa: justicia.

 

“¡Dios es grande, Dios es grande!” exclama Daniel. Y es que considera que fue Dios quien salvó a su hija de ser asesinada tras sufrir el abuso sexual. Confía en que, primero Dios, se hará justicia terrenal.

 

Con el recuerdo doloroso ­(lo más doloroso es que uno de los agresores es su familia) que reabre la herida y hace que su voz se quiebre, Daniel cuenta que el domingo pasado, 20 de marzo, su hija Carolina quedó sola en casa, en la comunidad Arroyo Grande, municipio de Pueblo Nuevo Solistahuacán. Daniel y su esposa salieron creyendo que la casa y la comunidad eran seguras. Craso error.

 

Oliver de Jesús “N” y Nehemías “N”, aprovecharon la ocasión. Allanaron la vivienda y abusaron sexualmente de Carolina. Con la intención de no dejar testigos, la golpearon en cabeza, rostro y cuerpo. Ella perdió el conocimiento. Creyéndola muerta la subieron a la cajuela de un auto y la llevaban a “la sima”, a donde pretendían arrojarla. Cuando ya casi salían de la ciudad, al pasar un bache, la cajuela del coche se abrió. Carolina recuperó el conocimiento y al darse cuenta de lo que le esperaba, se arrojó del auto en movimiento.

 

Si bien terminó de golpearse aún más, la joven escapó de una muerte segura. Como pudo caminó hacia una casa aledaña, a las afueras de la comunidad y pidió ayuda.  Su familia comenzó entonces a pedir justicia. Fueron con los policías municipales para pedir que detuvieran a los agresores ya identificados, pero los malos elementos no accedieron. Exigían una “orden de aprehensión” o que los familiares los detuvieran.

 

Al presentar su denuncia ante la presidencia municipal, ni siquiera se asentó por escrito. No hay rastros de la denuncia. Ayer, vinieron a la Fiscalía de la Mujer. Los atendieron y remitieron al hospital Gilberto Gómez Maza para que Carolina recibiera atención médica y en espera del médico legista.

 

“Está muy golpeada de su cabeza. No sé cómo vaya a quedar mi hija”, dice Daniel preocupado. Lo acompaña su esposa y familiares. Personas de buen corazón les han llevado unas colchonetas para pasar la noche sobre la acera del hospital. Daniel lo agradece, pero eso no es lo que necesita. Su clamor es  uno:

-       - ¡Solo pido justicia! ¡Que haya una larga sentencia para los agresores!