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lunes, 13 de junio de 2022

TUXTLA / Sarah toca violín y...el alma


Por un momento su violín parece llorar: su sonido es un lamento. Pero luego la nota levanta el vuelo y surca el aire alegre. Los compases son vívidos, entusiastas, como la artista que ejecuta el instrumento. Durante la entrevista, Sarah, la joven maestra de música, es como la pieza ejecutada. A ratos sonríe, y a veces nostálgica a punto del llanto. La vida misma es así.

Me siento a descansar en una banca de madera del parque Juárez (Santo Domingo) de la 2a Norte y 1a Poniente. Un septuagenario fumador me compele a huir del tóxico humo y me refugio en la única banca libre, casi pegada al monumento de don Benito Juárez.
El sonido del agua que recicla y bombea la pequeña fuente, es hermoso, acaricia los oídos. Pero de repente un sonido más hermoso nos hace voltear: un sonido de violín ejecutado con maestría.
Lo que más me sorprende es ver que quien ejecuta el instrumento es una joven. Sobre la banca hay un cuaderno con notas musicales y la pregunta que ronda mi mente es ¿ella es la alumna o la maestra? El otro joven tiene unos 34 años, ella unos 21.
La duda se despeja enseguida. Ella es la maestra. Se llama Sarah Rivka Long Del Barco. Tiene 20 años. Con gusto acepta dar la entrevista, al finalizar la clase. El alumno se queda a ver la entrevista.
Sarah cuenta que comenzó a dar clases de violín por necesidad, a mediados del 2021. Como a muchos, la pandemia del Covid-19 le pegó en su economía. Ella estudia Medicina en la Unach.
Fue seleccionada para integrar la Orquesta Infantil Esperanza Azteca, donde estuvo un año. Tocaba el violín. Estuvo en el concierto del 2019 en el Teatro de la Ciudad Emilio Rabasa. Lamentablemente la orquesta se disolvió en 2020.
Sobre su experiencia en la orquesta, Sarah cuenta que al principio "para mí fue un poco duro, porque ahí llevábamos cuatro horas diarias, imagínese de cuatro a 8, pero pues yo con tal de aprender más entré en el turno de la mañana de 8 a 12 y luego iba de cuatro a 8.
—¿Y cómo le hacía usted para la escuela? Interrumpo.
—Bueno, es que yo terminé la Prepa, como tenía buen promedio exenté algunos exámenes, entonces salí antes de la prepa y pude estar ahí dos meses, de mayo a julio, con 8 horas.
—¿Cómo surge la idea de dar clases?
— Fue para pagar mis clases. Empecé a tocar todas las canciones que me aprendí en la orquesta, las tocaba afuera de Baygam, en la 2a Poniente y Avenida Central, ahí me ponía con mi violín y con lo que recaudaba de ahí me pagaba mis estudios, con eso terminé la preparatoria, me pagaba mis pasajes y la colegiatura en la orquesta.
Al verla, la gente le preguntaba a Sarah si era maestra, si enseñaba violín o si tocaba en eventos. Ahí empezó a dar su tarjeta.
"Tenía como inseguridad, algo así, pero empece a dar eventos, empecé a dar clases, me armé de valor y lo logré", dice feliz.
— Ahí en la 2a Poniente se pone otra persona a pedir dinero, había competencia. ¿No le afectaba? Pregunto.
— No, había para todos, Dios da para todos. El sol brilla para todos.

Cuestionada sobre la edad de sus alumnos y la que es más recomendable para aprender violín, Sarah dice que la mayoría de sus alumnas son de entre 6 a 18 años, pero tiene de 22 años, una de 16, uno de 30 y una de 37 años. "Pero siento que entre más grande más cuesta aprender", dice.
Las clases de Sarah son de una hora. "Les recomendaría mínimo dos horas a la semana, pero ya depende de la disposición de los padres y del alumno.
— ¿Qué se necesita para aprender violín?
— Ganas de aprender, primero, muchas ganas y que te guste, porque si no te gusta aunque estés con el mejor maestro, igual algo le aprendes, pero no es lo mismo. Ah y también el instrumento.
—¿Es cara la clase de violín?
— Por el momento cobro 150 por hora Mi maestro de violín cobra lo mismo pero en línea. En otras escuelas están en 250 o 220.
Sarah nos da la buena noticia que aún tiene cupo para dar clases. La pueden contactar al 9613751402 para clases particulares. También nos da el enlace de su página de Facebook https://www.facebook.com/100519072701791/posts/102336045853427/ "Si viven del lado norte oriente yo puedo ir a sus domicilios", dice.
También tiene un salón ubicado sobre la avenida 20 de Noviembre número 447, en la colonia Bienestar Social. "Ahí tenemos un estudio de música, donde yo doy violín, pero aparte también ahí dan teclado, batería y guitarra.
Aclara que en el estudio sí se paga por mensualidad, mil 200 pesos por ocho clases. En cambio si yo voy, me pueden decir sabes que esta semana no y no pagan.
— ¿No han pensado en el riesgo? Qué dicen amigas, amigos, papá o mamá?
— Pues no tanto mis padres, más bien de mi novio. Cuando voy a presentarme con alguna alumna siempre tengo crédito y siempre le mando mi ubicación. No es por celos, es por seguridad
Dice y sonríe.
Sarah es honesta al reconocer que su prioridad es su carrera de Medicina. se vislumbra dando clases sólo en vacaciones y esporádicamente.
—¿Qué la llevó a estudiar Medicina? ¿Le duele al sufrimiento humano?
— Es más bien por altruismo. Siempre quise estar en el ambiente científico, yo quería ser ingeniera bioquímica o ingeniería biomédica o médica, entonces al final decidí ser médica. Presenté los exámenes y pasé. Sí me duele ver el mundo como está. Yo creo que más los jóvenes, las jóvenes somos quienes podemos hacer algún cambio ahorita.
Imposible no mencionar a Katya Echazarreta, que a sus 26 años de edad hizo historia, siendo la primera mexicana en ir al espacio. Viajó en el cohete New Shepard.
— ¿Qué mensaje le daría a las jóvenes?
— Que no se rindan, principalmente a las mujeres, porque al menos en esta sociedad nosotros cargamos con más carga. Que no se rindan y siempre sigan sus sueños aunque todo esté en contra. Mientras ustedes crean, se puede hacer realidad.
Pausa. Hubo risas. Seriedad. Y para la reflexión surge la pregunta.
—La mujer ha conquistado espacios, se lo han ganado a pulso, en todos los ámbitos. Pero hay una lamentable situación actual en cuanto a inseguridad, en general en México. No se diga en el mundo. Pederastia, violación, violencia familiar, feminicidios. Eso duele mucho. Usted ¿qué piensa al respecto, como mujer?
Sarah lanza un suspiro, agacha la cabeza, sus ojos se enrojecen y se humedecen. El llanto está por aparecer profuso, pero se repone y prosigue
— Duele, duele mucho porque nunca se sabe si una vez que sales de tu casa, no sabes si vas a volver. Lamentablemente no podemos tener esa certeza, ni siquiera si salimos a la esquina, a la tienda o la escuela a cualquier hora del día. Pues, siempre que salgo de mi casa le doy un beso a mi mamá y a mi bisabuela, porque vivo con ellas. Porque no sé, no sé si ese día voy a regresar o no.

A pregunta expresa, Sarah cuenta que su padre, un chino, las abandonó, por eso trabaja para costear sus estudios.
En el colofón de la entrevista, la pregunta obligada
— ¿Desea usted agregar algo?
Sarah sonríe y sí desea agregar.
— Bueno, es que a veces en el ámbito de la música hay muchas trabas, más con la familia, cuando te dicen "es que si eres músico te vas a morir de hambre". Lo escuché mucho porque también quería estudiar música. Me decían te vas a morir de hambre, qué vas a hacer cuando estés en la calle, cuando no tengas trabajo y yo realmente lo creía. Decía me voy a morir de hambre, voy a tener que vender mi violín para poder comer. Pero no es así. Una vez que entras te das cuenta que no, porque hay muchas maneras, dar clases o en eventos, nunca te mueres de hambre, la verdad. En un meme vi que decía "uno cree que los músicos son pobres, hasta que les pides una cotización y te das cuenta que el pobre eres tú".
Y terminamos riendo a carcajadas.
Es que dice que las cotizaciones por tocar violín en evento por una hora ronda entre mil y dos mil 500 pesos. Y hay gente que lo paga, dice.
Tras reír, una vez más, llega la nostalgia. Ambos coincidimos que en la película Titánic, la parte más triste es cuando el violinista queda solo y toca la última pieza antes del hundimiento del barco.
Sarah se apellida Del Barco, por su mamá, pero no se hunde en la desesperación. Su barco tiene timon, tiene rumbo, tiene capitán y un puerto al cual llegar.

Pero le duele, como a todos, la despedida. La amena entrevista debe terminar. Antes, ella posa para la foto junto al benemérito de las Américas, Benito Juárez, que da nombre al parque. Ella, como él, es esforzada. Ella como él, está haciendo historia.
La figura de la joven, toda de negro, se pierde entre el mar de autos. Sarah, la joven maestra de música, es como la pieza ejecutada. A ratos nos hizo sonreír, y a veces nos tornó nostálgicos, a punto del llanto... La vida misma es así.

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