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miércoles, 18 de octubre de 2017

NUEVA ESTRELLA / Víctor sigue andando y esperando

Su ojo derecho enrojece y contiene el llanto. El hombre de 80 años de edad se conmueve al saber que se puede confiar aún en el gobierno y en la sociedad. Hay amor y solidaridad. Hubo respuesta al pedido de apoyo. Y espera que la ayuda siga fluyendo hacia su persona.

Hace dos días, la silla de metal le servía para caminar por las calles de la colonia Nueva Estrella. Hoy, permanece sentado en ella.

Víctor Jiménez, de 80 años, nos recibe amable. La casa ubicada en la Manzana 3 Lote 3 sobre la avenida Tuxtla, es de su hija, él vive en la parte trasera.

El espacio chico, con techo de lámina, es su pequeño cielo. Tiene una cama chica, su silla y una pequeña mesita. Parece ser todo lo que necesita.

Una andadera de aluminio resalta en el ambiente. Ayer se la llevaron tres jóvenes. La donó el DIF Municipal, dice. Y esto arranca el discreto llanto en Víctor.

“Bendito Dios que aún queda gente buena y que el gobierno piense en los necesitados como yo”, dice el octogenario.

Añade que le encanta salir a caminar. Es su vida. A veces es por necesidad. Otras, por puro gusto.
“Pero mi silla pesaba mucho y se atoraba en las piedras”, explica.

Es que la calle Tuxtla tiene partes empedradas. Se llega entrando sobre la avenida 20 de Noviembre de la colonia Albania Alta, se dobla a la derecha por la calle Río Achiote, al topar con la calle Margaritas, se sigue una cuadra más, ahí es la avenida Comitán; la siguiente es la avenida Tuxtla.
En la casa a veces está la hija de don Víctor. “Yo lo cuido, pero trabajo y a veces queda solo y sale. Ya lo atropellaron. Pero no entiende”, dice.

Don Víctor agradece el regalo. Justo cuando estamos en la charla llega un coche blanco. Una jovencita llega con una andadera para don Víctor. “Ya tiene una”, le dice su hija. Y la joven se retira con el regalo. Llegó un poco tarde.

Pero el anciano necesita muchas cosas además de su andadera. Mientras hablo se esfuerza por escuchar. Honesto dice: “Disculpe, solo entiendo lo que dice leyendo sus labios. No escucho bien”. Un aparato auditivo sería muy útil.

Una despensa o algo más también le sería de mucha ayuda. Su hija que amablemente cuida de él, también es de escasos recursos.

Termina la charla con don Victor. La puerta negra de la casa número 3 en la Manzana 3, se cierra, pero queda abierta para todo aquel que pueda y quiera ayudar.

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