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lunes, 10 de diciembre de 2018

PERSONAJE / Corre, canta y defiende con garra de Puma

  • Fredy Valencia  es atleta y cantante. Ama a Chiapas y a una chiapaneca.


El mote de El Puma” le sienta a la perfección. Aunque su voz es cálida, tiene la firmeza de un rugido. A sus 77 años corre con la velocidad felina y aún gana medallas. Para sacar a delante a sus hijas con discapacidad, ha peleado” con garra. Como el puma, no espera que la presa llegue a la madriguera. Fredy Valencia  es atleta y cantante. Ama a Chiapas y a una chiapaneca.

El hombre alto, de tez morena, viste una playera verde fosforescente. Sobre su pecho cuelga una medalla de oro con la imagen de la virgen de Guadalupe. Es que la carrera es para hacer visibles - ante la sociedad y el gobierno- a los discapacitados, dice el organizador.

Antes de iniciar con la carrera, Fredy Valencia  se da tiempo para platicar un poco de su prolífica vida. Sin soltar la silla de rueda en la que está sentada su hija, Luz del Alba Flores Camacho  (30 años), El Puma da la entrevista a este medio.

Luz se entretiene comiendo malvaviscos y cuando la golosina acaba, se inquieta y pide que la muevan. Fredy, su padre, sonríe y la consiente. En casa se quedó Deysa Corazón Flores Camacho,   de 31 años. También sufre discapacidad.

Fredy Valencia El  Puma, dice que  corre desde hace 35 años. Con la niña, hace unos tres años, confiesa al revelar que   nació en 1941. Tiene  77 años de edad. Pero se mantiene usted muy bien, le dice el comunicador. Fredy agrega que además de hacer atletismo, en su casa tiene un gimnasio donde practica físico culturismo. Le digo a los corredores que la disciplina es muy importante, enfatiza.

En sus competiciones ha logrado ganar dos medallas de oro, resalta: una en 100 metros y otra en canto.
, para sorpresa de muchos, Fredy revela que fue cantante antes que deportista. Las mujeres de Chiapas son hermosas, y la mía ahí sigue en la casa, dice sonriendo y suspirando.  Me  tronaron en la casa de actores de la ANDA por faltar a  los llamados, porque se enfermaron mis dos niñas”, dice un poco nostálgico, pero sereno. Su prioridad está bien definida: Sus hijas.

Luz del Alba y Deysa Corazón Flores Camacho,   requieren de tratamiento especial por su discapacidad y Fredy se dedica a cuidar  de ellas junto a su esposa.

Por eso no puede trabajar. Depende de la ayuda que le dé la gente de buen corazón. “En las carreras siempre alguien me apoya. Es para mi niña.  Solo no pudiera velar por ellas, pero he recibido ayuda de personas altruistas”, dice.

Le ha tocado correr la Carrera del Parachico, con más de 10 mil corredores,  con su niña, en tres ocasiones, del 5 de Mayo  a Chiapa de Corzo. En una de estas carreras se ganó una silla de ruedas, cuenta feliz. Aunque recuerda que fue muy difícil.

En la bajada me rebasaban;  no es fácil correr con  la niña porque  no le gusta amarrarse. Debo ir conteniendo en vez de acelerar,  aun así hemos ganado, reitera.

Cuestionado sobre su vida, dice que para contarla llevaría cuatro horas. Es que  fue un niño de la calle. Fue en los camiones del Distrito Federal donde se hizo cantante. A los 19 años conoció a su mamá.  Con su papá, no lo quería su madrastra, se fue a la calle.

No había metro entonces, ni TV.  El envase del refresco orange crush   tenía rayitas y lo rascaba yo con un palito. Me fui a Pachuca Hidalgo como mesero. Había un grupo y me puse a cantar con ellos, cuenta.

Un delegado de la ANDA lo vio  y lo invitó a inscribirse.  Le dieron su credencial y recorrió toda la república como maestro de ceremonia y cantante.

Actuó en teatro con Silvia Pinal,  fue extra (se cuidaba de no dar la cara para ser contratado de nuevo).
A propuesta ciudadana ha pensado en hacer su libro, pero no halla a nadie que oiga toda su vida. No puede trabajar por cuidar de sus hijas.

Nadie va venir a dejarme la ayuda en la puerta, debo salir a buscar;  hasta el momento no ha faltado ayuda, adoro a los chiapanecos, son muy nobles, lo que falta es un buen gobernador; ese día esto va para arriba”.
Y al citar a gente noble, Fredy recuerda que lo apoyaban Conrado de la Cruz Jiménez  y   Manuel de la Torre. Un día Iba en la calle con mis hijas, Conradito le dijo al chofer que detuviera su auto, bajó y todos me dieron dinero”, narra.

El mote de El Puma surgió así: fue a trabajar  a Lázaro Cárdenas, Michoacán, en sus inicios; él es del Distrito Federal, del barrio  Tepito. Fui maestro de ceremonia, presentaba a los artistas. Un día la gente gritaba Puma, Puma, y me pregunta a quien contrataría el dueño del Perro Andaluz (así se llamaba el bar  que ya no existe).

Le pregunté si había contratado a alguien que se llamara Puma. Dijo ‘no, asómate.  En la pista donde saldrían las bailarinas,  estaba pintada una pantera, pero no dio tiempo de terminarla y quedó la pura silueta. El fondo era crema y parecía un puma”.

Fredy subió al escenario, tomó el micrófono y exclamó: ¡Bueno, su amigo El Puma los saluda. Al ver la euforia del público, al regresar a la ANDA registró como nombre artístico Fredy Valencia El Puma. Mi verdadero nombre es otro, dice sonriendo.

Así, duro 10 años en La Pachanga, cinco en  María Eugenia,  en Los Explosivos, dos años. Siempre le proveían de  un grupo, trío o mariachi.  Aunque a él le gusta la música romántica, aprendió a cantar de todo, lo que el público pedía, desde ranchera hasta de banda.

Aunque El Puma trabajó en antros durante más de 20 años, nunca probó ni una gota de alcohol. La disciplina lo mantuvo al margen de los vicios. Ahora, comparte su secreto con los que lucha por vencer el alcoholismo, tabaquismo o drogadicción.

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