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lunes, 14 de junio de 2021

TUXTLA … Y SUCEDIÓ OTRA VEZ: “AHOGADO EL NIÑO A TAPAR EL POZO ”


• Sólo tras la pérdida de las dos preciosas vidas de Raúl y Giovani, se colocó la rejilla en la alcantarilla “maldita”.

La unidad del Ayuntamiento capitalino se detiene justo frente a la alcantarilla abierta. Trae unos 12 trabajadores. Luego llega otra unidad cargada con la rejilla metálica que debió colocarse mucho tiempo antes y cuya ausencia costó dos preciosas vidas. Ahora los ausentes serán un esposo, un padre y un hijo que no debieron irse así. Una vez más se cumple de forma lamentable el viejo refrán: “Ahogado el niño a tapar el pozo”.

Al mismo tiempo, en la parte alta de Tuxtla Gutiérrez, en la calle Guayacán, justo en la zona donde termina la colonia Patria Nueva e inicia la colonia Salinas de Gortari, sigue el movimiento de personas. Bomberos que sólo sirven para correr a los reporteros, policías que acordonan el área y rescatistas de Protección Civil que van y vienen, comandados por la secretaria de Protección Civil Municipal de Tuxtla, Elizabeth Hernández Borges.

“Se está cumpliendo con el protocolo”, dice Hernández Borges a pregunta expresa. Y cuando indica que la cuadrilla Zulú realizó el hallazgo del cuerpo, la viuda lo interrumpe “no fueron ustedes, fue un ciudadano”, dice. La funcionaria prosigue advirtiendo que ellos acordonaron la alcantarilla sin rejilla, pero es deber de otra área, Obras Públicas, atender esa carencia. Aclara que la vía seguirá abierta y que es responsabilidad de cada quien decidir si circulan o no por una vía anegada. La recomendación es no arriesgarse.
Sentada sobre una banqueta, la esposa de Raúl, la víctima, espera y desespera. “Va llover y se va complicar el rescate”, le dijo a un funcionario. Pero el tiempo transcurre y aún no salen con el cuerpo que yace en el ramal del río Sabinal, como a un kilómetro de distancia, pero hay que recorrer una senda escarpada.

“Deben usar helicóptero de Protección Civil”, sugiere alguien. La idea es buena, pero nadie le hace caso. Los rescatistas van y vienen. Esperan al personal de Servicios Periciales. Nadie puede tocar nada en tanto no se cumpla el protocolo para la orden del levantamiento.

Un grupo distinto aparece de repente. Un hombre sostiene un garrafón con agua de horchata. Lo acompañan dos mujeres, una de ellas viste una playera color rojo, con logotipo de JA. Son miembros de la Iglesia Adventista del 7º Día. Llegaron para saciar un poco la sed de los presentes. Dan un vasito a la viuda y a la reportera de Televisa que dialoga con ella.

La unidad del Semefo aparece y todos se alegran. Es buena señal. Ya falta poco para que suban el cuerpo sin vida de Raúl. “Raúl y Giovani iban en el sillón de atrás. Viajaban con su patrón”, cuenta de manera informal la viuda. Su hijo Yahir da de vueltas, impaciente. “Se bajaron sin saber que estaba esa alcantarilla abierta”, dice triste y molesta.

Minutos después, en el lugar de la tragedia llega la unidad del Ayuntamiento capitalino con la rejilla de la alcantarilla maldita, que cobró dos preciosas vidas la noche del viernes pasado. Los trabajadores utilizan primero polines de madera para colocar la primera rejilla, la que sí estaba en el lugar, pero fue removida. Al ver que se quebró, usan barretones metálicos. Colocan la pesada rejilla.

Luego la unidad tipo volteo levanta la góndola y deja caer la segunda rejilla que acaban de fabricar. Y la colocan. Una vez más se cumplió de forma lamentable el viejo refrán: “Ahogado el niño a tapar el pozo”.

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