TOTOLAPA / Panchito no recibió regalo... Lo regalaron

Huérfano de padre, el niño de siete años fue regalado con Pedro este 30 de abril. Ahora lo explotan laboralmente.

Panchito luce cabizbajo, meditabundo. Trata, en vano, de hallar una explicación para la ironía e incongruencia de la vida. Este 30 de abril, Día del Niño, no recibió regalo... Él fue el regalo. Su madre lo regaló con un hombre que ahora lo explota laboralmente. Salió de "Guatemala", para entrar a "Guatepeor".

Su mirada lo dice todo, su silencio es elocuente y grita por dentro el dolor sin parangón que taladra su infantil alma. Panchito quisiera llorar, pero aprendió "que los hombres no lloran"... Y se aguanta las ganas.

El volcán de emociones abigarradas parece quieto, en semáforo verde, pero está a punto de pasar a color rojo, de hacer explosión.

Hace apenas cinco días, aún estaba en casa, con su madre y sus seis hermanos. Pasaba penurias y carencias por la paupérrima condición en que los dejó su padre muero hace seis meses, pero eran felices porque estaban unidos. Hoy están separados.

Hace un año emigraron de los Altos de Chiapas, desplazados. Se refugiaron en Totolapa. La condición de vida era precaria, pero estaba completos y unidos. Y cuando parecía que ya nada podía empeorar hace seis meses la fría muerte cerró los ojos del padre de Panchito y sus seis hermanos.

La madre de Panchito creyó enloquecer de desesperación: viuda, sin dinero y con siete hijos no veía la luz al final del túnel. Un hombre, indígena también, le habló bonito al oído de la viuda y se fue con él.

El hombre sólo deseaba mujer, no hijos, así que se desentendió de los siete niños. Dedicado a embriagarse, los despreciaba y no alimentaba. La mujer pudo en la balanza a sus hijos y a su pareja... Ganó su cónyuge.

Con tal de retener al hombre briago y desobligado, decidió deshacerse de sus hijos. Panchito fue el primero. Fue regalado este pasado 30 de abril, justamente el Día del Niño.

"Se lo doy con todo y papeles", le dijo la mujer a Pedro, un indígena de Totolapa que se dedica a vender cervezas, micheladas y chicharrones en las grutas del citado municipio.

Allí lleva a su hijo adoptado, Panchito, a que "desquite lo que come". Lo pone a vender.

Por eso, sentado sobre una de las dos hieleras con la mercancía, Panchito luce cabizbajo, meditabundo. Trata, en vano, de hallar una explicación para la ironía e incongruencia de la vida. Este 30 de abril, Día del Niño, no recibió regalo... Él fue el regalo. Su madre lo regaló con un hombre que ahora lo explota laboralmente. Salió de "Guatemala", para entrar a "Guatepeor".