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martes, 30 de enero de 2024

TUXTLA / Arranca notas al violín y suspiros del alma

Esteban, artista urbano oriundo de Yucatán, pero radicado en Chiapas desde hace 7 años. Disponible para tus eventos. 



Esteban cierra los ojos, reclina su mejilla izquierda sobre la suave madera del violín sostenido con la mano izquierda, mientras con la derecha mueve cadenciosamente el arco y arranca notas hermosas del instrumento musical... a los peatones arranca suspiros. Es un artista urbano oriundo de Yucatán, pero radicado en Chiapas desde hace 7 años. Para cualquier evento y especialmente el 14 de febrero que se avecina, usted puede contratar sus servicios. 


Parado sobre el pasillo que divide al Palacio de Gobierno estatal del Palacio Federal, Esteban deleita el paso de los transeúntes. Algunos van de prisa, muy de prisa. Otros caminan despacio, como a propósito, para escuchar por más tiempo la hermosa música de violín. 



Otros de plano se han sentado sobre las bancas de concreto. Descansan un momento de su largo caminar, otros hacen tiempo para pasar a la oficina de becas Benito Juárez, en el segundo piso. Son las 13:00 horas y es la hora de la comida, les dijeron que deben esperar a las 14:00 horas para que los puedan atender y mientras esperan se deleitan con la música de violín.



Un hombre alto que viste camisa verde y pantalón de mezclilla, saca su teléfono y empieza a grabar a Esteban. En su mano derecha lleva una libreta de color rojo, mientras con la izquierda hace un video. Se llama Alexis, es un reportero, le deja sus datos a Esteban y lleva los suyos para estar en contacto. "Voy a subirlo a YouTube, te voy a ayudar", le dice y le deja un billete que al colocarlo sobre el estuche del violín es llevado por el viento. Alexis corre a recoger el billete y se lo da en la mano a Esteban, el cual guarda el dinero en su bolsillo del pantalón. 


Ha ejecutado la canción "Así fue", de Juan Gabriel. Lo ha hecho de manera magistral, tanto que varios transeúntes se han detenido para dejar algunas monedas en el estuche del violín. Una pareja de adultos lo ha hecho, el esposo le pide dinero a la esposa quien se lo da y cuando el esposo va a depositar la moneda, llama a su esposa y entre los dos dejan caer su contribución voluntaria, no como los impuestos a los que obliga el SAT ubicado en el edificio contiguo. 



Alexis, el reportero, se despide. Ahora Esteban entona otra canción: "A mi manera". El violín parece llorar evocando a aquellos que con esta canción suspiraron, lloraron, se embriagaron y muchos partieron de este mundo como fue el caso del columnista Miguel González Alonso, un periodista que gustaba de la bohemia y con frecuencia entonaba esta canción, "puedo seguir hasta el final a mi manera", dice el estribillo de esta melodía. 


Esteban Javier Escoffie Koh, tiene 24 años de edad. Es de Mérida, Yucatán. Lleva radicando en Chiapas siete años. A los 17 decidió independizarse, viajar a suelo chiapaneco: llegó para formar parte de la orquesta Esperanza Azteca. Tenía apenas un año de aprender violín cuando entró a la orquesta. Cuenta que se salió poco antes que se desintegrarara. Había buenos maestros, pero él quería algo más profesional, así que se inscribió en la Escuela de Música de la Unicach. 


Durante su estancia en la orquesta Esperanza Azteca pagaba una cuota mínima mensual. Gracias a esta orquesta conoció muchas partes de Chiapas, pues les costeaban sus gastos al viajar, como transporte, comida y hospedaje. Así el joven yucateco conoció Ocosingo, San Cristóbal, Comitán, Huixtla, Tapachula, Palenque, entre otros. 



Esteban está por terminar la carrera de música que es muy larga, son seis semestres de preuniversitario y nueve semestres adicionales, va en el sexto semestre, pero ya ejecuta el violín como un profesional. 


Estudiar en la Unicach es muy económico, apenas $1000 el semestre. "Las clases de violín particular, son caras, hay escuelas que cobran hasta 20,000 pesos mensuales", dice Esteban Javier. 



Él da clases particulares en su casa, ya tiene algunos alumnos, tuvo una maestra venezolana con la que se preparó para poder impartir clases. Esteban cobra $500 al mes, que incluye cuatro clases de una hora. Si casa taller se ubica en la Cuarta Norte Oriente entre Sexta Oriente y Faustino Miranda, Colonia Madero. Si va a domicilio cobra un poquito más, el extra por el viaje, de 600 a 700 pesos. 


Esteban no viene de familia de músicos, es el primero en la familia de tres hermanos. Su padre le compró el violín para que lo tomara como terapia para superar la muerte de su madre. Le gustó el violín y decidió dedicarse 100% a la música. 


"Es difícil aprender violín", dice "no soy autodidacta", reconoce al explicar que tuvo un maestro paciente. Dice que los tutoriales pueden funcionar, pero cuando alguien tiene ya una base de aprendizaje. Empezar de cero con tutorial, no lo recomienda, es un reto tremendo para el que quiera aprender. 


"Como que da ganas de llorar, las notas el violín son nostálgicas, lastimeras, dan ganas de llorar pero a él le ayudó mucho para superar la muerte de su madre. Su madre siempre tuvo el deseo de que él aprendiera música, pero ya no vio a su hijo tocar el violín. por ello cada vez que ejecuta el violín piensa en ella, se inspira, la recuerda y en cierto modo le dedica cada melodía.



Fue un desafío independizarse, rentar y costear sus alimentos, dice. 

Esteban ama a sus padres y tiene buenos recuerdos de ellos. Su padre Javier Escoffie y su madre Abigail Koh (fallecida). Su padre es oriundo de Tabasco, conoció a su madre en Yucatán, se casaron, ahí nacieron él y sus dos hermanos. Luego de la muerte su madre su padre se volvió a casar y ya tiene dos hermanos más. 

Su hermano más pequeño se interesa por la música, pero no para tocar un instrumento, sino ser DJ, compositor y productor. 


La expectativa de Esteban es dedicarse 100% a la música, porque de eso va a vivir, aunque a muchos les parezca difícil, él sueña con tocar en una orquesta y dar clases en una escuela, probablemente en la Unicach. 


Esteban toca en eventos: bodas y 15 años. Ha tocado en hoteles y restaurantes lujosos en Tuxtla Gutiérrez

. Normalmente cobra por hora. Si va solo cobra $2000 por hora, a veces le piden violín - chelo, violín - piano, se asocia con otros compañeros y cobra un poco más. 

"Si tocamos la hora nada más descansamos poco, a veces en una hora descanso unos 5 minutos, solo para tomar un poco de agua o ir al baño, y de ahí reiniciar. Dependiendo del tipo de música, a veces son seis o siete piezas la hora". 


Se acerca el 14 de febrero y seguro vas a tener mucha demanda, se le dice a Esteban y él sonríe. "Sí, estamos a la orden", dice y da su número de teléfono 9993464644. Cuenta que a su esposa, también yucateca, le encanta Chiapas, por eso llevan siete años acá y piensan quedarse mucho tiempo más. A lo mejor tengan un chiapanequito o chiapanequita. 



Esteban observa su teléfono, "es la última que voy a tocar", dice. El tiempo ha terminado, así que pone la pista de Leo Dan "Pídeme la luna", es un poquito más movida para que los peatones puedan alegrarse un poco y entonces comienza a ejecutar el violín. 


De vez en cuando esboza una sonrisa, está contento, varios valoraron su trabajo y le dejaron algunas monedas y los dos reporteros que lo entrevistaron le dieron billetes, no de alta denominación, pero de algo le servirá. 



Esteban concluye su participación musical, a su encuentro llegan una mujer adulta, una joven y una niña, al parecer lo conocen, dialogan y se marchan del lugar. 


El espacio donde Esteban estuvo ejecutando el violín queda ocupado por un hombre de la tercera edad que se dedica a bolear calzados. Él no toca ningún instrumento, no atrae la atención de nadie, ni siquiera alza la voz para ofrecer sus servicios. Se encoge un poco para cubrirse del frío y en silencio espera que algún peatón requiera sus servicios. 


Él, como Esteban, tiene necesidades económicas, tiene una familia a la que debe sustentar, pero la música sólo la lleva por dentro, y con paciencia, con una oración en la mente y una canción en el corazón, el boleador espera, espera y espera, como en la casa de Esteban lo espera su esposa. Hay que saber esperar.

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