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jueves, 18 de julio de 2024

BERRIOZÁBAL / UMA Santa Cecilia, tesoro por descubrir

Flora y fauna maravillosa en tan sólo una hectárea de terreno y cerca de la capital chiapaneca.



Regresaron con los pulmones cargados de oxígeno y las mentes repletas de gratos recuerdos, además con un nuevo aprendizaje sobre flora y fauna del Estado de Chiapas. El recorrido por la UMA Santa Cecilia de Berriozábal, Chiapas, fue maravilloso. Las y los adolescentes del Club de Conquistadores Jesuit Nezhera, obtuvieron una especialidad y especialmente una experiencia imborrable, aquilatada en lo más profundo de su corazón. Además disfrutaron de un paseo dominical con su familia... vale la pena visitar este hermoso lugar.


Luego de estacionar sus vehículos, los visitantes ingresaron a la UMA, un santuario de flora y fauna digna de ser admirado, disfrutado y recomendado. Antes del recorrido, los integrantes del Club de Conquistadores Jesuit Nezhera tuvieron un momento de reflexión con la devoción matutina impartida por la directora asociada, Citlali González.



Ella les explicó a las y los adolescentes cómo las lombrices cumplen una función muy importante en el suelo. A pesar de su tamaño diminuto y para muchos insignificante, es de gran valor por la utilidad en la fertilidad del suelo, favoreciendo mejores cosechas.

 

Indicó que a veces algunas personas se sienten o las hacen sentir como un gusano o una lombriz; sin embargo, no debe decaer la autoestima al saber que todos, chicos y grandes, tenemos alguna función importante que cumplir y somos de utilidad para alguien o para algo.



Después de desayunar iniciaron el recorrido, siempre siguiendo las instrucciones del director Leonardo Gómez. Con sus libretas y lapiceros fueron tomando nota de cada especie observada.


Al inicio del recorrido un encierro con chachalacas les dio la bienvenida con sus cantos alegres, como celebrando la visita de las personas.


En la entrada, una lona indica que la Unidad de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA) Santa Cecilia, es una unidad demostrativa y también de capacitación. Se encuentra ubicada prácticamente dentro de Berriozábal, sobre la Octava Oriente Norte del barrio Santa Cecilia. En un espacio de una hectárea se encuentran árboles, plantas y animales que son un deleite para la vista y de gran valía para el acervo cultural de los visitantes.



Al continuar con el recorrido llegaron al encierro del ciervo rojo. Están enormes. La pareja yacia echada, pero posteriormente se levantaron. Gibrán fue afortunado, pues logró alimentar a uno de ellos, luego lo imitaron Gregsalia y Gilary. Leyvi sonreía y celebraba que sus hijos e hijas tengan contacto directo con estos animales, lo que no es posible en el zoomat de Tuxtla Gutiérrez.


Más tarde Gibrán y sus compañeros quedarán sorprendidos al ingresar a la oficina de la dueña de la UMA. En las paredes hay cráneos de venados, jabalíes y otras especies que probablemente fallecieron en el lugar y los colocaron en la pared cubierta de madera de cedro.



Continuando en el recorrido llegaron al encierro del pecarí de collar. Todos se conmueven con la escena: hay dos crías pequeñas, una de ellas es amamantada y todos exclaman maravillados "ay qué bonito, qué tierno". 


Llegan a otro encierro donde dice cocodrilo y lo primero que exclaman es "no es de plástico, eh, aunque no se mueva, no vayan a decir que es falso: es de verdad". Todos ríen y comienzan a grabar y a tomarle foto al cocodrilo de tamaño pequeño aún, pero pronto crecerá. Un estanque dice "pejelagarto", no se ve a simple vista pues algunas plantas acuáticas cubren al animal.


Un área bastante grande tiene la leyenda de "codorniz". Muchas codornices que ponen huevos, los cuales son recolectados para venta, consumo o incubación.


Los ojos de los visitantes se depositan en los enormes árboles que se mecen al compás del viento. Un pequeño arroyo ubicado a la entrada de la UMA emite un sonido que es arrullador y arrobador, inspirador y calmante de la ansiedad y el estrés.


"¡Mira amor!" le dice Leyvi a su esposo,  y es que ha observado una planta de pitaya cargada de frutos. Están carísimos en el mercado y aquí se da en forma silvestre.



Otra área donde se detienen mucho tiempo es en el de conejos, está repleto, hay todos tamaños y colores. Gibran no soporta el olor de los orines y sale corriendo, quiere vomitar. Los demás sonríen y empiezan a hacer el recorrido acariciando a los conejos. Una coneja acaba de tener crías que están resguardados en una cajita de madera. Gibrán se sobrepone y regresa. Celebra su triunfo "vencí mi miedo y mi asco", dice. Leire observa un conejito blanco y empieza a llorar, tenía uno de mascota y se le murió, por ello no contiene las lágrimas.



Otro lugar donde se detienen mucho tiempo es el encierro del mono araña. Mientras uno es más quieto, el otro es muy enérgico, juguetón y travieso. Saca una de las patas y las extiende para tomar la mano de los visitantes.



Otro encierro que llama poderosamente la atención es el de los galliformes, comúnmente llamados faisanes. Hay de todos los colores: algunos son grises, los más habituales. Otros color amarillo claro, otros presentan en el cuello un plumaje como piel de tigre, con los mismos colores, son los faisanes dorados.



Un faisán increíble, imposible de no verlo, es uno que presenta ocho colores: color pardo en la cola, negro en la siguiente parte, rojo, naranja, amarillo, azul, verde y blanco. Parece una guacamaya. Un pequeño acuario a la entrada de la oficina de la dueña le da un toque más llamativo al lugar. Hay venado cola blanca, mapache, patos, gansos, pavorreales que caminan libres y conviven con los visitantes.



Al lugar acuden familias de distintos lugares, la mayoría de Tuxtla Gutiérrez, otros del mismo municipio de Berriozábal, y por increíble que parezca la mayoría llega por primera vez, invitados por algún familiar que ya ha hecho el recorrido y se los ha recomendado. Esta vez, de todos los asistentes todos quedan gratamente sorprendidos con deseos de regresar y por supuesto de recomendarlo.


Es que además de estar cerca de Tuxtla Gutiérrez y de que la entrada es económica ($15 adultos, $10 niños) es un sitio pequeño, no cansa el recorrido, no tiene subidas y bajadas como el ZooMAT de Tuxtla Gutiérrez, donde además el costo es más elevado. Aquí sí permiten ingresar desayunos y bebidas a diferencia del zoológico de la capital chiapaneca.



En la UMA Santa Cecilia hay áreas para juegos infantiles, todo totalmente natural. También hay zonas con mesabancos al aire libre para poder iniciar o concluir con un estudio sobre lo observado.



y así lo hacen al finalizar el recorrido los integrantes del Club de Conquistadores Jesuit Nezhera. El director les pregunta sobre lo que observaron. Algunos dicen un número mayor, otros menor de especies observadas. En sus anotaciones algunos son más amplios y completos, otros más sucintos, pero en general todos han aprendido algo nuevo, todos están maravillados por el recorrido.


El clima en el lugar es muy agradable, fresco, lleno de oxígeno puro. Hay un amplio baño para los visitantes, sin costo alguno. Para quien guste consumir algunas frituras o botanas también alguien a la entrada las vende, junto a dibujos para colorear y alcancías para pintar para quien desea adquirir algo.



Luego de concluir el recorrido, las familias se retiran. Algunos van al parque de Berriozábal donde actualmente hay feria. Otros van a los viveros e invernaderos y adquieren plantas o flores que ya necesitan en su jardín. Los precios están accesibles.


"Fue un viaje redondo", coinciden los visitantes. Pasaron un momento agradable como familia: desayunaron y comieron juntos, aprendieron algo nuevo, fortalecieron sus pulmones con buen oxígeno y sus hijas e hijos del Club de Conquistadores pudieron obtener una especialidad más para su pronta investidura.

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